1. La falacia lopista y el “cuarto aliado”, Inglaterra.

Es una falacia de relativa nueva creación y todo parte de la necesidad de encontrar un elemento que, superior a los aliados, sea el causante de las desgracias paraguayas, una figura que normalmente es encontrada por todos los pueblos que sufrieron un castigo desmesurado por parte de otro. Se dio con los bolivianos en la Guerra del Chaco quienes hasta el día de hoy acusan a los argentinos de ser la causa de sus desgracias chaqueñas.

La cuestión da inicio con las acusaciones exclusivas a un ministro inglés en El Plata[1], Edward Thornton, por su presencia en las reuniones de Puntas del Rosario (Uruguay) en la que –tradicionalmente- se ubica una de las tantas veces en que argentinos y brasileños ya habrían acordado llevarle una guerra al Paraguay.

Quien instala la versión es el marxismo latinoamericano en las revisiones de la década del 70 del siglo 20 y las mismas usaron la figura del inglés Edward Thornton, ministro inglés en el Río de la Plata como ejemplo vívido de la intromisión inglesa. Pero quien pasa de una mera acusación personal a Thornton y la lleva a niveles superiores es el marxista brasileño Julio José Chiavenato quien en su obra Genocidio Americano (2008) le dedica todo un capítulo al asunto haciendo llegar la acusación al “imperialismo inglés” un rótulo que denota la verdadera intención del autor “El imperialismo inglés no quiere cambios en el mundo[2] (Sic). El brasileño incluso presentó cifras, sin dar fuentes, de la financiación inglesa al Brasil para los gastos de la guerra que llegaban hasta los 20 millones de libras esterlinas, una exageración de la falacia que quedará al descubierto con un documento que exhibimos más adelante.

Quien personifica con autoridad la versión de una Inglaterra como “cuarto aliado” es el escritor marxista, recientemente fallecido, León Pomer quien en su afamada obra La Guerra del Paraguay: un gran negocio escribe sobre lo que es el meollo de la versión revisionista de la historia argentina:

Afirmar que el gobierno inglés no intervino en los asuntos internos de los estados latinoamericanos revela -cuanto menos- falta de información. En otro libro mío “Cinco años de guerra civil en la Argentina 1865-1870”, y en un capítulo que titulé “El Ministro inglés” revelo con documentación irrefutable que el Sr. Mathews, ministro inglés en Buenos Aires se entremete en los asuntos internos del Gobierno de Mitre (canciller Rufino de Elizalde) como antes de él lo había hecho Edward Thornton […] Lo que importa fundamentalmente no es demostrar la injerencia del gobierno inglés -y encontrar las pruebas flagrantes en los archivos- sino probar el papel decisivo del capitalismo tuvo en nuestros destinos decimonónicos (para no hablar del siglo 20) (Sic) (p.200 – ref. 514)

León Pomer (

La historiadora argentina -Dra. Victoria Baratta- es quien mejor resume el asunto cuando opina:

Esta versión ha sido desarrollada hace ya varias décadas por autores inscritos dentro de la corriente conocida como revisionismo histórico, y continúa hasta hoy repitiéndose en libros, discursos políticos y redes sociales. Podría decirse que se trata de la interpretación dominante sobre esta guerra en Argentina. Una visión que sin embargo, ha sido desestimada por numerosos académicos en los últimos años, quienes han ofrecido una lectura más atenta de las mismas fuentes y el cotejo de nuevos documentos[3] (Sic).

Dra. María Victoria Baratta (foto: Dominique Besanson)

Más que paraguaya, la cuestión –entonces- es fundamentalmente argentina ya que la historiadora calificó estas versiones de la intromisión inglesa como “teorías conspirativas muy populares en la Argentina(Sic).

Pero la versión tuvo eco en el Paraguay y se puede leer al mediático historiador  arq. Jorge Rubiani quien, siguiendo la estela de aquellos revisionistas, se refiere al asunto de la implicancia inglesa en el conflicto y aunque da una de cal y una de arena citando a proponentes de la versión como el argentino José M. Rosa o a negacionistas como Nick Tate y al matrimonio Herken-Gimenez, no deja de inclinarse por deslizar –que no asegurar- el interés inglés en el conflicto y para ello Rubiani echa mano a una falacia por todos conocida, la de la causa falsa, aduciendo que lo que el Imperio Inglés hizo en otro lado no tuvo porqué dejar de hacerlo en el Paraguay sin que por ello aporte prueba alguna. Rubiani afirma:

Finalmente y en relación al escaso interés que habría tenido Gran Bretaña hacia el pequeño mercado paraguayo o hacia su escasa capacidad productiva, hechos que presuntamente descartaban todo interés en la Triple Alianza debería hacerse notar que para los criterios del poder, no importa el volumen de negocios que puede generar una confrontación, sino la confrontación misma[4](sic).

Arq. Jorge Rubiani

Rubiani parte de una premisa totalmente falsa pues al Imperio Inglés, líder del comercio mundial del momento, más le interesaba la absoluta paz de los mercados internacionales para poder comerciar sin interferencias indeseables, que un conflicto que sólo acarrearía miseria a los países beligerantes.

Rubiani trascribe una parte de la obra de Herken y Giménez donde éstos descartan toda injerencia inglesa en el conflicto y a renglón seguido pasa a echar mano a la falacia citada afirmando:

..en todos los países signatarios del Tratado (secreto) y bajo el sistema liberal  en auge, la presencia de aquel gobierno (inglés) estaba marcada por una numerosa e insinuante legión de comerciantes, banqueros, empresarios y diversos miembros de la clase dominante local, cuyos intereses se confundían con los de los mismos Estados. Por lo que éstos, si finalmente soberanos, operaban como “sub imperios” y como tales, más en consonancia con los intereses de la City que son los nacionales […] Por lo que en cualquier circunstancia, los imperios deben demostrar su poderío aún frente a una fuerza insignificante. La movilización bélica de las potencias, no se debe exclusivamente entonces al rendimiento financiero de sus negocios o al establecimiento de su supremacía militar, sino a desmantelar toda posibilidad de reacción. A demostrar que ningún mal ejemplo por fuera de los paradigmas imperiales será tolerado. 

Como vemos, Rubiani se va en especulaciones sobre la fama ganada por los ingleses pero no aporta una prueba o evidencia palpable de su injerencia en la Guerra Guasu.

La también mediática historiadora paraguaya Lic. Noelia Quintana Villasboa emitió su versión sobre el asunto, pero de una manera menos directa y más tangencial suponiendo -al estilo de Rubiani- que el Imperio del Brasil y la Rca. Argentina hicieron el trabajo sucio que Inglaterra no quería hacer de cara a su “prestigio de Imperio “civilizado y moderno”[5]. Quintana, como todos los acusadores del tema, dan preeminencia a la figura de la financiación de los bancos ingleses a los aliados como la prueba palmaria del interés inglés en destruir a un pequeño país “que daba el mal ejemplo por fuera de paradigmas” (Rubiani dixit).  

Lic. y Mag. Noelia Quintana Villasboa

En Paraguay, el actual senador independiente Eduardo Hiroito Nakayama sigue la línea de la Dra. Barata cuando en su ponencia de incorporación como académico correspondiente de la Academia Paraguaya de la Historia dice:

El revisionismo histórico argentino también colaboró con nuevos enfoques, aunque no puede negarse que también trajo aparejado su cuota de confusión, principalmente al sostener, bajo un criterio marcadamente ideologizado, que Gran Bretaña cumplió el papel de “cuarto aliado” bajo la tesis principal que le interesaba la destrucción del Paraguay por temor a que complique su comercio en la región. La tesis del “cuarto aliado” inglés cobraría fuerza en la década de 1970 y se extendería con gran éxito en Paraguay, Uruguay e incluso el Brasil. Era, sin embargo, una manera fácil para los involucrados de deslindar responsabilidades, eximirse de ellas y “tirar el fardo” a la potencia mundial de turno, cuando la gestación y eclosión del conflicto respondieron a causas estrictamente regionales y donde todos los participantes tendrían su cuota de responsabilidad. El mito del proteccionismo paraguayo frente al “voraz imperialismo británico” pierde fuerza ab initio simplemente al leer el Tratado de 1853 firmado entre Don Carlos Antonio López y Sir Charles Hotham por la cual la Corona Británica reconocía la independencia nacional y se otorgaban recíprocamente grandes facilidades a los súbditos de ambos países. En efecto, el intercambio comercial que el Paraguay tuvo entre 1854 y 1864 con Inglaterra fue muy vigoroso e incluyó la contratación de cientos de técnicos y profesionales ingleses con una importante “transferencia de tecnología” (Sic)

La falacia lopista –así y recientemente- se colgó con uñas y dientes al tema de un cuarto aliado – Inglaterra- y en su torpeza confundió a este país con Gran Bretaña, que no es más que una isla que contiene a la misma Inglaterra, Gales y Escocia y hasta donde llegó la historiografía estos últimos dos países nada tuvieron que ver con la contienda.

Análisis de los hechos que la falacia lopista imputa a Inglaterra.

La financiación inglesa a los aliados.

La versión parte de una falsedad crónica pues nunca hubo préstamos bancarios ingleses a los beligerantes como presenta –textualmente- la falacia lopista y los marxistas y revisionistas sudamericanos del siglo 20, y ello fue posible gracias a la lamentable ignorancia general sobre los procesos de financiación de los Estados, una ignorancia de la que no escaparon incluso connotados historiadores académicos.

En efecto, la falacia se ha aprovechado de la evidente confusión que existe entre un préstamo bancario directo donde existe un acreedor bancario y un deudor privado (una figura que no puede ser aplicada a los países beligerantes) y un empréstito gubernamental que –en esencia- es una simple venta de bonos o títulos de acreencia emitido por un estado soberano y vendidos en una bolsa de valores mediante una intermediación bancaria.

En el caso que nos ocupa, el segundo citado, supone que el país interesado en “colocar” (vender) sus bonos mediante un empréstito, contrata los servicios de una casa bancaria como fueron los casos de la Banca Rotschild y la Banca Baring Bro. para que éstos hagan la oportuna colocación de dichos bonos en la Bolsa de Londres, donde inversores de todo el mundo y de cualquier nacionalidad suscribirán (reservarán) determinadas cantidades de bonos y luego pasaran a abonar sus cuantías y el dinero así recaudado pasa –previa deducción de las altas comisiones de las casas bancarias intervinientes y/o de los infaltables intermediarios- a las cajas del estado que ofertó sus bonos.  

 

Es de entender, entonces, que quien arriesga su capital y hace de financista es el inversor particular y privado que adquiere los bonos y cobrará intereses y no la banca intermediaria (Rotschild o Baring Bro.) que sin arriesgar su capital solo hace de presentador (o recomendador) del empréstito a cambio de una sustancial comisión. No hay, pues, una financiación netamente inglesa –mucho menos bancaria- pues entre los inversores financista pueden existir personas de distinta nacionalidad. Mostramos un ejemplo de “bono” o “título de deuda” brasileño.

En la foto puede apreciarse el “bono” brasileño de 1865, por valor de 100 Libras, precisamente el colocado en Londres para obtener fondos por hasta aproximadamente 5 millones de Libras Esterlinas para la Guerra con el Paraguay, a la sazón, único empréstito colocado por el Imperio, muy distinto a lo que Julio J. Chiavenatto afirmó. De suponer que todos los bonos brasileños eran por valor de 100 libras –como el ejemplo que damos- se entiende que el Imperio del Brasil debió emitir 50.000 formularios de bonos para ser suscriptos primero por el público interesado y comprados después lo que dice claramente que la operación era masivamente difundida entre inversores, algo totalmente diferente de un “préstamo bancario” donde existe un solo instrumento y no cincuenta mil como fue el caso mostrado. Para demostrar el punto pasamos fascsímil del detalle del único empréstito brasileño colocado para la guerra, de 5 millones de libras que terminó siendo suscripto por 6.963.600 libras en 49.716 certificados de colocación o “bonos” en tres series, A, B y C.

Demostrado queda, entonces, que nunca hubo financiación bancaria inglesa directa al Brasil, hubo financiación privada de inversores internacionales quienes son los verdaderos financistas de los gastos brasileños (y también argentinos) de la guerra.

Tampoco la Bolsa de Londres incide en las operaciones ya que sólo se trata de una especie de escenario físico donde la transacción se realiza y así como existió una en Londres, existieron otras en Bruselas y Paris para las mismas operaciones de venta de bonos soberanos o “empréstitos”.

A efectos de graficar lo que hemos explicado exhibimos este flujograma del empréstito brasileño.

Las cifras del endeudamiento aliado por los empréstitos

Para demostrar la falsedad de las cifras de Chiavenato que habla de hasta 20 millones de Libras Esterlinas como financiación inglesa al Imperio del Brasil para enfrentar los gastos de la Guerra con el Paraguay mostraremos un cuadro extraído de los estudios de la historia de la deuda externa brasileña donde se aprecia que en el intervalo de 1824 a 1889, la deuda por empréstitos en tres casas bancarias (Rothschild, Goldsmid y Samuel & Phillips) estaba conformada por varias colocaciones que para 1865, año en que el Brasil coloca su primer y único empréstito para la guerra (War Finance), sumaban unas 8.3 millones de Libras Esterlinas todas ellas destinadas a proyectos de desarrollo ferroviario, estructura, actualizaciones de deudas asumidas con el Reino de Portugal. En ese año de 1865 el Imperio coloca exitosamente un empréstito de 5 millones de Libras Esterlinas para la financiación de la guerra y no realiza ninguna colocación más hasta 1871, un año después de terminada la guerra de nuevo para extensión ferrocarrilera. 

De la simple lectura del cuadro[6] se desprende que si el Brasil era dependiente de la financiación inglesa no lo fue para la guerra ya que la mayor parte de los empréstitos colocados en Londres correspondían a la financiación de su gigantesca infraestructura nacional y a sucesivas refinanciaciones.

Otra manera de establecer el impacto del empréstito brasileño de 5 millones de Libras es comparándolo con el total del costo brasileño de mantener la guerra con el Paraguay. Al respecto, en la obra del brasileño Francisco Doratiotto (Maldita Guerra, p. 440) se puede ver el monto que el Tesoro Real señaló como costo total de guerra para el Imperio, unos 614.000 “contos de reis” (moneda imperial) los que fueron financiados de la siguiente manera.

  1. Empréstito extranjero………………..49.000     (8%) (5.000.000 de Libras Esterlinas)
  2. Empréstito Interno………………………27.000
  3. Emisión de dinero……………………102.000   (15%) (9.792.000 Libras Esterlinas)
  4. Emisión de títulos…………………….171.000    (28%) (16.758.999 Libras Esterlinas)
  5. Impuestos………………………………..265.000  (43%)

TOTAL………………………………………….……614.000   (100%) (56.485.740 Libras Esterlinas)[7]

Así vemos que el punto 1 que contiene el empréstito que el Brasil colocó en la Bolsa de Valores de Londres de cinco millones de libras esterlinas en 1865, no alcanzó a financiar ni el 10% del costo total de la guerra en el que incurrió el Imperio y por el contrario, Brasil financió el 92% restante con dinero proveniente de su mismo interior, el más importante el producido del cobro de impuestos que financió hasta un 43% de ese costo total de guerra en los cinco años que duró.

¿Es este 8% una “escandalosa” intromisión inglesa que permitió a los brasileños ganar esta guerra con sus fondos? Nadie en su sano juicio puede llegar a esa conclusión con estos números.

Si vemos el punto 3. Emisión de dinero, vemos que con este recurso propio el Brasil obtuvo el doble de financiación de sus costos de guerra que el obtenido en la bolsa de Valores de Londres con aquel empréstito de 5 millones de libras esterlinas.

Si vemos el punto 4. Emisión de títulos (son venta de bonos nacionales a brasileños), vemos que con este recurso propio interno el Brasil obtuvo más del triple de financiación de sus costos de guerra que el obtenido por el empréstito de la Bolsa de Valores de Londres.

Doratiotto es claro cuando dice:

“llama la atención la parte proporcionalmente pequeña de los empréstitos extranjeros” (Sic)

Para el caso argentino, más de lo mismo, y pasaremos a resumir diciendo que el impacto del empréstito argentino de 2.5 millones de Libras, colocado en la Bolsa de Londres, esta vez con la Baring Brother, en el costo argentino de la guerra es de sólo un 23,5% ya que, según el cuadro abajo indicado, el costo de la guerra habría sido de 30.6 millones de pesos fuertes y el empréstito llegó –en equivalencia- sólo a 7.2 millones de pesos fuertes.

Acompañamos cuadro de nuestra fuente[8] en el que se puede ver que, de haberse dados estos números, la Argentina -un año después de terminada la guerra- ya tenía casi pagado el empréstito obtenido en Londres para financiar parte de sus gastos de guerra.

No debe llamar la atención de estos bajos impactos de la financiación extranjera que los aliados obtuvieron en la Bolsa de Londres para enfrentar sus gastos de guerra ya que es común ver que los países echan manos más a la emisión inorgánica que a los empréstitos duros tal como fue el caso paraguayo en la Guerra del Chaco cuando la financiación externa no pasó del 4% del total del costo paraguayo de la guerra, una demostración de tremenda capacidad de gestión financiera de aquel Gobierno del Dr. Eusebio Ayala.

La intervención inglesa en el conflicto en la visión paraguaya de la época.

Lejos de ser la injerencia inglesa una llevada a cabo en perjuicio del Paraguay, más parece que, a tenor de un testimonio oficial del Estado Paraguayo, fue totalmente benévola cuando observamos una publicación de El Semanario, órgano oficial del Gobierno Nacional bajo el título “Descubrimiento del Tratado Secreto” y número 644. En 1866, los miembros del parlamento inglés dieron a conocer públicamente los términos del Tratado Secreto de la Triple Alianza que constaban en una copia obtenida en Montevideo por el ministro inglés allí residente quien se la remitió a Lord Russel, principal del Foreign Office inglés.

Para la ocasión, el Gobierno Paraguayo emitió un comunicado al pueblo, refiriéndose a la acción del citado Lord Russel con elogiosas palabras de agradecimiento, que lejos están de ser las de reprobación por la eventual voluntad de aquel gobierno de traerle una guerra al Paraguay como “cuarto aliado”.

En la copia del escrito de fecha 17 de Septiembre de 1869, se lee que el mismo Gregorio Benites –Encargado de Negocios paraguayo en Europa- escribe a Lord Charendon, del “Foreign Office” inglés (ministerio de relaciones exteriores de Su Majestad la Reina de Gran Bretaña e Irlanda):

“La perfecta neutralidad observada por el gobierno de su Majestad Imperial desde el principio de la guerra, el conocimiento que tiene de la justicia de la causa del Paraguay[…][9] (sic),

Gregorio Benites

Se exhibía de este modo –y claramente- que el Paraguay y sus autoridades no miraba a Inglaterra con los mismos ojos y sentimiento que lo hacen en el siglo 20 los revisionistas marxistas argentinos y brasileños que ya citamos y que asignan a Inglaterra el papel de “cuarto aliado” con intenciones de destruir el Paraguay.

            Russel no sólo descubrió al mundo las clausulas secretas de los aliados. En 1862 y cuando el Gobierno de Francisco Solano López ordenó la construcción de un acorazado de guerra, no se opuso a la construcción del mismo alegando que el Paraguay no estaba en guerra con ningún país del mundo.[10]

No puede dejarse de mencionar que en septiembre de 1867, en plena guerra, a un funcionario de la diplomacia inglesa – Gerald Francis Gould- secretario de la Embajada Inglesa en Buenos Aires le cupo la iniciativa de ofrecer una propuesta de paz para dar término a la guerra en la que se incluye el respeto a la Independencia del Paraguay pero se habla del retiro de Solano López del poder. ¿Porque un diplomático inglés ofrecería una mediación para terminar con la guerra y la destrucción del Paraguay si su gobierno estaría interesado en esa destrucción?.

Información de los archivos diplomáticos y parlamentarios británicos sobre el conflicto de la Triple Alianza.

A finales de octubre de 1864, el Encargado de Negocios paraguayo en Paris, Cándido Bareiro, recibe una nota del Foreign Office inglés, firmada por Lord Russell y remite al Paraguay una copia. En ella el Gobierno Inglés autoriza a que el Paraguay pueda construir y armar una cañonera en Inglaterra y hacerla zarpar por el Támesis al servicio del Paraguay.[11] (foto).No se concibe que el país que desea destruir al Paraguay le construya una cañonera.

Según los Archivos del Parlamento Británico en dos ocasiones dicha corporación preguntó por una posible mediación del Gobierno de Su Majestad Británica para terminar la GTA. La primera ocasión se dio en la Sesión del Viernes 1 de marzo de 1867, la guerra está en su tercer año, y dice así:

SEÑOR LAIRD dijo, le rogaría preguntar al Secretario de Relaciones Exteriores (Lord Stanley) cuando se espera poner sobre la mesa la continuación de la Correspondencia relativa a la Guerra del Río de la Plata y si cualquiera de los beligerantes ha solicitado la mediación del Gobierno de Su Majestad, y cuál de los beligerantes, y con qué resultado?

LORD STANLEY

La Correspondencia a la que mi Excmo. amigo se refiere está ahora en manos de la imprenta, y espero poder ponerlo sobre la mesa en unos días. Ninguno de los beligerantes ha solicitado la mediación del Gobierno de Su Majestad.

Vemos que en el momento del estancamiento de las acciones de la GTA no hubo pedido de las partes a la potencia mundial del momento para hacer un intento de paz. Lord Stanley responde en forma concisa y concreta: “Nadie pidió mediación[12]

Una segunda oportunidad, esta vez una iniciativa privada del Reino Unido, es la que le correspondió al secretario de la legación inglesa en Buenos Aires Francis G. Gould, quién en agosto de 1867, y aprovechando la misión que fue le encomendada para sacar del Paraguay a súbditos ingleses, intentó –motu proprio- llegar a un razonable acuerdo de cesación de la lucha, el cual –si bien fue aprobado en un principio, tres días después fue rechazado por el Gobierno Paraguayo. En nota del 22 de agosto de 1867 a sus superiores, Gould reproduce parte de lo que el Mariscal Francisco Solano López le manifiesta en la entrevista privada que llevó a cabo:

S.E. (López) habló estensamente sobre la preferencia que en todo tiempo había mostrado por los ingleses, a quienes había empleado siempre exclusivamente, y sobre los grandes beneficios que había hecho a algunos” (Masterman, 165).

Sin embargo, en la misma entrevista López se queja a Gould de una eventual violación de la neutralidad debida por parte de Inglaterra sin saber, por efecto del bloqueo que sufría, que en Inglaterra la cuestión ya estaba siendo tratada oficialmente en el Parlamento para una eventual mediación de la corona inglesa, cinco meses antes, siempre que López la solicitara.

La tercera ocasión –de nuevo oficial- se dio casualmente otro viernes de Marzo, esta vez el 27 de marzo de 1868, un año después, y dice así:

Sr. Horsman:

dijo que rogaría preguntar al Secretario de Estado de Relaciones Exteriores si el Gobierno de Su Majestad, solo o en concierto con el Gobierno de los Estados Unidos, ha hecho o tiene la intención de hacer algún esfuerzo para lograr un arreglo pacífico de la guerra entre Brasil y sus aliados y el Estado de Paraguay?

Señor Stanley:

Señor, el Gobierno de Su Majestad lamenta sinceramente la continuación de esta guerra entre Brasil y sus aliados por un lado y Paraguay por el otro. Creemos que es aún más inútil y sin sentido que las guerras en general; y no podemos dejar de ver que está infligiendo un daño enorme a todos los países que participan en él. Al mismo tiempo dudo de la conveniencia, por regla general, de ofrecer la mediación cuando no se solicita; y no creo que la mediación, si se ofrece en este momento, sea probable que sea aceptada. Pero si, en cualquier momento se deseara la mediación del Gobierno de Su Majestad, o si hubiera una perspectiva razonable de éxito, casi deberíamos, como algo natural, hacer lo que esté a nuestro alcance para lograr una reconciliación, y debemos estar igualmente preparados para hacerlo, ya sea actuando individualmente o en concierto con cualquier Potencia que pueda estar inclinado a ayudarnos

El Parlamento solicitó al Ministro de Relaciones Exteriores que lo mantengan bien informado de todo lo acontecido con esa guerra, dando así lugar  a varios tomos de la correspondencia sobre las hostilidades en el Rio de la Plata[13].

Vemos aquí –marzo de 1868- que a poco de haberse forzado el paso frente a la fortaleza de Humaitá por los buques brasileños sigue sin haber un pedido de mediación ni de parte del Paraguay ni de parte de los Aliados.

El mismo día de la interpelación en el Parlamento Inglés de Lord Stanley, el 27 de marzo de1868, se da lo que posiblemente sea la prueba más contundente de la manera en que el imperio inglés trataba el asunto del conflicto rioplatense. En una nota (foto) al Encargado de Negocios del Paraguay en Paris, capitán Gregorio Benites, Stanley escribe:

Tengo ahora el honor de expresarle que si ambas partes contendientes hacen una solicitud con este objeto el Gobierno de su majestad no estará ajeno a emplear todos sus buenos oficios, siempre y cuando las condiciones cuales quieran sean, fueran preparadas para hacer la paz y  probables de ser aceptadas [14].

La nota de Lord Stanley es parte del intercambio de correspondencia con Benites respecto de la renuencia de Solano López a la salida de súbditos ingleses del Paraguay en ocasión de la misión Gould en agosto del año anterior, lo que había molestado al gobierno inglés.

Aun así, Gregorio Benites recibe el ofrecimiento formal respecto al hecho que una mediación inglesa oficial era factible en marzo de 1868 cuando el Ejército Paraguayo abandona la fortaleza de Humaitá y aun no se produciría la parte mayor de la mortandad de civiles que casi extermina la población. Al respecto, el Dr. Ricardo Scavone Yegros escribe lo mismo:

El Secretario de Estado (Lord Stanley) le contestó que su país estaba dispuesto a intermediar en favor de la paz, siempre que las partes beligerantes estuviesen de acuerdo y que fuese posible hacer proposiciones aceptables para ambas (naciones)(Sic)[15].

Esta es la evidencia del interés británico por detener la Guerra de la Triple Alianza, aunque reducida exclusivamente al ámbito diplomático y parlamentario que es donde, se supone, se toman las decisiones respecto de lo que ese reino deseaba de otros países y en nada se condice con la supuesta intención de destruir al Paraguay. Se pueden contabilizar, en total, cuatro intervenciones inglesas, tres oficiales y una a título personal, en busca de la paz: la publicación del Tratado de la Triple Alianza en Mayo de 1866; la consulta parlamentario del 1 de Marzo de 1867; la Propuesta Gould de Agosto de 1867 y finalmente la combinación de la consulta parlamentaria del 27 de Marzo de 1868 y la nota de Stanley a Benites del mismo día.

No se encuentra en otras potencias del momento, Francia, Italia, Estados Unidas, más interés que el que demostraron los ingleses, oficialmente, para detener la guerra.

En la copia del escrito de fecha 17 de Septiembre de 1869, se lee que el mismo Benítez escribe a Lord Charendon, del “Foreign Office” inglés (ministerio de relaciones exteriores de Su Majestad la Reina de Gran Bretaña e Irlanda):

La perfecta neutralidad observada por el gobierno de su Majestad Imperial desde el principio de la guerra, […] (sic),

exhibiendo de este modo que el Paraguay no miraba a Inglaterra con los mismos ojos y sentimiento que lo hacen en el siglo 20 los revisionistas marxistas argentinos y brasileños que ya citamos y que asignan a Inglaterra el papel de “cuarto aliado”.

El Paraguay para la economía inglesa.

La relación económica del Paraguay con Inglaterra es un indicio claro que demuestra fehacientemente que el Imperio Inglés tenía en aquel a un cliente casi cautivo y que basó todo su incipiente desarrollo en la tecnología de la revolución industrial inglesa. En 1854, en su periplo europeo, Francisco Solano López, a la sazón ministro de guerra y marina contrata los servicios de los hermanos Alfred y John Blyth de la casa Blyth & Co. como agente comerciales y constructora de buques quienes se encargan de contratar Ingenieros, especialistas, técnicos, constructores, médicos, artesanos y una larga lista de profesionales ingleses que pasan por el Paraguay para colaborar con las obras públicas que el gobierno de Don Carlos A. López encara en esa década y que continúan en la siguiente hasta ser abruptamente interrumpida por la guerra. El más importante de todos los contratos es el del ingeniero William Henry Keld Whytehead (1825-1864), “consulting engineer” de la Casa Blyth quien dirige en Paraguay casi todos los proyectos de la agenda del gobierno, arsenal, ferrocarriles, fundición de hierro, astilleros, etc. El telégrafo, la sanidad y las construcciones quedaron fuera de su jurisdicción (Plá, 351).

La recordada Joseplina Plá escribió:

El número de británicos que circularon, por así decirlo, por el Paraguay de 1850-1870, incluyendo en el número profesionales de diversos ramos, técnicos y obreros especializados, asciende a unos 200 (En este número no se incluyen los miembros de las familias que en algunos casos vinieron también)[16]

La lista de británicos contratados es abrumadora si consideramos el tamaño del Estado Paraguayo. Los doctores y cirujanos Frederick Skinner, William Stewart (escocés), John Fox, James Rhindt, Georges Burton, John Meister, William Mitchell Banks, James Wilson y el químico Georges F. Masterman[17] lideraron las responsabilidades máximas de la sanidad civil y militar en la guerra, el segundo era médico de Don Carlos A. López, el arquitecto Alonso Taylor (colaboró en la construcción del Palacio de Solano López), Thomas Smith y Charles Counsins, constructores de barcos, Robert Emery y James Parkinson, maestros ladrilleros, Georges Thompson, diseñador, Richard H. Marshall, dibujante y administrador del arsenal, los ingenieros Charles Twitte en minería, Henry Valpy y Percy Burrel en ferrocarriles, Henry Godwin, ingeniero fundidor, William Newton, fundidor, Willian Eden, carpintero, John Watts, maquinista más tarde fusilado en San Fernando (Masterman, 275) y decenas más. Thompson, Valpy y Burrel llegan juntos en 1860 (Plá, 364).

Otra referencia al caso la da el secretario de la legación inglesa en Buenos Aires, Francis G. Gould, en un escrito del 22 de agosto de 1867 desde Paso Pucú, a su superior:

El Paraguay hace años ha empleado casi exclusivamente a ingleses. El servicio médico de su ejército está confiado a cuatro cirujanos y un boticario ingleses. Las obras de los arsenales son ejecutadas por ingenieros y artesanos ingleses. Los maquinistas de los vapores son ingleses. Su ferro-carril, muchos de los edificios públicos y el formidable sistema de obras defensivas que por tan largo tiempo han puesto a raya a los ejércitos aliados, han sido levantados bajo la dirección de tres ingenieros civiles ingleses […] En fin, sus minas están esplotadas bajo dirección de un ingeniero inglés de minas. Se debe principalmente a los esfuerzos de este puñado de ingleses el que el Paraguay, reducido a sus propios y escasos recursos, haya podido hasta aquí, bajo la dirección del presidente López, prolongar su desesperada lucha que emprendió hace más de dos años. De aquí proviene la repugnancia de S. E. para deshacerse de personas cuyas servicios no tienen precio, y á quienes en vista de las circunstancias no tendría esperanza de reemplazar (Masterman, 168).

El caso Christie: cuando la necedad impera sobre la lógica.

Este es un caso apenas citado en la historia de la Guerra de la Triple Alianza pero que si se lo analiza en su cronología nos damos cuenta que desbarranca este mito de la “importantísima” o “crucial” o “innegable” ayuda inglesa a los aliados, incluso pone en tela de juicio su existencia misma.

Veremos este tema a través de la cronología de los hechos traídos por el diplomático, periodista e historiador brasileño Joaquim Aurélio Barreto Nabuco de Araújo (1849-1910),que resumiremos al máximo por economía de espacio y saquemos conclusiones de ella:

1861, Junio: La carga y la tripulación del naufragado buque ingles “Prince of Walles” desaparecen frente a las costas brasileñas, lo que provoca el disgusto de Inglaterra. Varios de sus tripulantes aparecen muertos en las playas.

1862: Tres marinos ingleses se niegan a cumplir un control brasileño en Tijuca. Hay golpes y agresiones entre todos. El Embajador inglés ante el Imperio –Willian D. Christie– protesta y reclama indemnizaciones por los dos casos, el saqueo del buque “Prince of Wales” y la agresión a los tres marinos ingleses y amenaza al Imperio del Brasil que si no se cumple lo exigido se usará a la Royal Navy para bloquear la Bahia de Guanabara. En noviembre, cinco buques de guerra ingleses bloquean la Bahía y capturan otros cinco buques brasileños.

1863: El conflicto va a un arbitraje en Bélgica a cargo de Leopoldo II. El emperador brasileño Pedro II, adelantándose al fallo y entendiendo que no le era propicio al Imperio entrar en un eventual conflicto mayor con Gran Bretaña, abona la indemnización reclamada. No obstante, el fallo arbitral es favorable al Brasil y por consiguiente Pedro II reclama la devolución de lo ya pagado como indemnización y reclama a Christie una disculpa. Más tarde el embajador brasileño en Londres reclama a la Reina Victoria más de lo mismo. No hubo respuesta inglesa.

Para el 25 de mayo y habida cuenta la negativa inglesa a satisfacer la exigencia brasileña se rompen relaciones diplomáticas y se retiran las embajadas.

1864: Inglaterra ofrece algunos términos para la solución del conflicto, pero no admite el pago de indemnizaciones reclamadas por el Brasil por la captura de los cinco vapores de su propiedad. El Imperio del Brasil –a través de su banco agente la banca Rothschild- coloca en la bolsa de valores de Londres un empréstito por 3.3 millones de libras esterlinas para pago a los bonistas de empréstitos anteriores (los de 1824 y 1843), en suma, es una renovación de los mismos.

En Junio, y aún con las relaciones diplomáticas rotas, el consejero brasileño Antonio Saraiva y el ministro inglés Edward Thorton coinciden en una misión común en Puntas del Rosario (Uruguay) donde ambos interceden en favor de la pacificación de la guerra civil en el Uruguay, junto al argentino Elizalde. El gobierno uruguayo acepta el arreglo y a los pocos días se echa para atrás. Es en esta reunión que los nacionalistas paraguayos encuentran el origen de la Triple Alianza con la “bendición” del inglés Thornton en un momento en que las relaciones brasileño-inglesas están rotas. Así pues, sería un milagro que dos países que no mantienen relaciones diplomáticas hayan concertado una alianza contra otro.

30 de agosto: El imperio del Brasil recibe la nota –protesta del Paraguay sobre su intervención en el Uruguay.

14 de noviembre: El vapor brasileño Marques de Olinda es apresado por el Paraguay.

25 de diciembre: El Paraguay invade el Mattogrosso brasileño, se desata la guerra entre el Brasil y el Paraguay.

1865: Thornton visita Rio de Janeiro y ofrece negociar con el gobierno brasileño un arreglo del incidente Christie admitiendo poder dar las disculpas del caso y admitir una afrenta inglesa a la soberanía brasileña por la captura de sus buques, pero rechaza pagar las indemnizaciones ni devolver las que Pedro II había adelantado. Los brasileños rechazan la propuesta de Thornton.

Enero; el Paraguay ocupa militarmente varias ciudades brasileñas en el Matto Grosso hasta incluso Coxim la más septentrional de todas y pide permiso a la Argentina para hacer pasar sus tropas por Corrientes ahora para invadir el Brasil por el Sur.

Febrero; Argentina niega el paso de tropas paraguayas por su territorio.

Marzo; El Paraguay declara la guerra a la Argentina por medio de un decreto congresal que al mismo tiempo oficializa la guerra con el Brasil que ya lleva cuatro meses de disputada. El Paraguay ordena en Inglaterra la construcción de cuatro monitores de guerra, el gobierno inglés no se opone como tampoco se opone a que los brasileños –al poco tiempo- los compren por falta de pago por parte paraguaya.

Abril; El Paraguay invade Corrientes. Un contraataque argentino (Paunero) hace que la invasión paraguaya a Corrientes revierta su dirección hacia el sur y vuelva al Paraguay.

Junio; El Paraguay invade las Misiones en su porción argentina y dirige su ejército a Uruguayana (Brasil). Sufre su primer serio contraste en Yatay.

El Brasil coloca un nuevo empréstito en la bolsa de Valores de Londres por 5 millones de libras esterlinas para enfrentar los gastos de la guerra en la que ya estaba inmerso con el Paraguay desde el año anterior.

Septiembre: El ejército paraguayo sitiado en Uruguayana se rinde ante la presencia del emperador Pedro II.

23 de septiembre de 1865: El embajador inglés Thornton visita en Uruguayana a Pedro II y acuerdan el arreglo definitivo del incidente Christie. Se reanudan las relaciones cuando las tropas paraguayas de Corrientes repasan el rio Paraná y toman posición en Itá Pirú a esperar la invasión aliada al Paraguay.

Aunque el asunto ya está claro y develado, repetiremos las conclusiones que ya cada lector sacó:

  1. El Brasil entra en guerra con el Paraguay cuando tenía rotas sus relaciones diplomáticas con Inglaterra 18 meses antes, un tiempo que hace difícil el entendimiento de dos naciones para realizar algo en común.
  2. Brasil logra colocar dos empréstitos en la bolsa de valores de Londres a través de su banco intermediador –la Banca Rothschild- en 1863 por 3.3 millones y en 1865 por 5 millones de libras esterlinas (financiación de la guerra) lo que nos dice que la política y la economía iban por cuerda separada en el Imperio Inglés.
  3. Que la interrupción de relaciones diplomáticas duró exactamente 28 meses, más de dos años.
  4. Que la guerra entre el Brasil y el Paraguay llevaba 10 meses de disputada cuando recién sobrevino el arreglo entre Pedro II y el embajador inglés Thornton y la consiguiente reanudación de relaciones diplomáticas.
  5. Que cuando el Paraguay ya había dispuesto que sus tropas sobrevivientes de la catástrofe de Uruguayana volvieran a su base de partida en Encarnación, recién allí los ingleses y los brasileños decidieron reanudar sus relaciones diplomáticas.

Y con estas cinco conclusiones llegamos a formularnos las preguntas:

            ¿Cómo pudo Inglaterra –como estado- establecer sus pretensiones de traer una guerra al Paraguay, fomentarla, o propiciarla, usando al Brasil como instrumento de sus fines si en todo ese período de 18 meses antes de la guerra y 10 meses durante ella no existió contactos oficiales ni extraoficiales entre ambos gobiernos para crear las bases de dicho fin y los únicos contactos fueron únicamente por efecto del caso Christie?.

¿Cómo hace un primer país para que un segundo le lleve la guerra a un tercero, si los dos primeros están distanciados y hasta impedidos de relacionarse?

El sentimiento nacionalista y en especial el lopista necesita imperiosamente echarle la culpa de las desgracias de nuestro país a alguien grande, superior y a quien no se puede vencer como es el caso de Inglaterra de allí que presentar una prueba de su eventual no ingerencia resulta ser todo un atentado contra la paraguayidad, contra la dignidad del ser nacional, contra la Patria mismo, pero que nunca será un atentado contra la razón.  


[1] El otro ministro inglés en El Plata (con sede en Montevideo) William G. Lettson no fue incluido en la acusación.

[2] CHIAVENATO, Julio J., GENOCIDIO AMERICANO – Carlos Schauman Editor – 1ª. Ed. , s.f. p. 87

[3] BARATTA, Dra. Victoria, El mito de Londres como cuarto aliado de la Guerra del Paraguay, -artículo en GESP (Grupo de Estudios sociales sobre el Paraguay, 2019. Puede verse en http://paraguay.sociales.uba.ar/2019/03/el-mito-de-londres-como-cuarto-aliado-de-la-guerra-del-paraguay/

[4] RUBIANI, Jorge, Verdades y Mentiras de la GTA, Ed. Intercontinental, 2010, Asunción , p. 63

[5] QUINTANA, Noelia y otros, Los crímenes de la Triple Alianza contra el Paraguay, El Lector, 2022, p. 81

[6] Summerhill, William R., Sovereign Commitment and Financial Underdevelopment in Imperial Brazil, Working draft prepared for the conference “States and Capital Markets in Comparative Historical Perspective”, October, 21, 2006 – UCLA – Center For Economic History. Tabla 1, p. 25 (www.researchgate.net).

[7] Doratiotto, Francisco, Maldita Guerra, Emecé, 2002 p. 440, Doratiotto se basa en Tasso Fragoso, T-IV- pp.230/1. Ver también Historia Monetaria do Brasil, Peláez y Suzigan, 2ª. ed.  Brasilia, p.114

[8] Garabaglia, Juan C.. Guerra y finanzas en la Argentina unificada, 1864-1872: la guerra del Paraguay y la misión De la Riestra en Londres. Quinto sol . 2016, vol.20, n.3, ISSN 1851-2879.  http://dx.doi.org/10.19137/qs1211. Memoria Ministerio de Hacienda Argentina

[9] Ministerio de Relaciones Exteriores, “Archivo de la Legación del Paraguay en Francia”, Tomo 555 – período 1867-1868 – carpeta N° 3, documento 12/44, copia N° 32.

[10] Ricardo Bonalume Neto, artículo “A pressa do ditador” (Folha do Sao Paulo, 9 de noviembre de 1997, Suplemento Mais!, p. 9).

[11] A.N.A. – AHRP – 3535 – 6

[12] UK Parliament. Hansard. Volúmen 185. Sesión del 1/03/1867.

[13] UK Parliament. Hansard. Volúmen 191. Sesión del 27/03/1868. Traducción por Google Translate.

[14] Ministerio de Relaciones Exteriores, “Archivo de la Legación del Paraguay en Francia”, período 1867-1868 – carpeta N° 3, documento 6/44.

[15] Scavone, Ricardo, Gregorio Benítez, colección Protagonistas de la Historia, N° 24, ABC Color, P. 39.

[16] Pla, Josefina, Los británicos en el Paraguay, Arte Nuevo, 1984, p. 344

[17] Franco, Victor, La sanidad en la Guerra de loa Triple Alianza, Conferencia –Circulo Paraguayo de Médicos – 1976,

1 thought on “1. La falacia lopista y el “cuarto aliado”, Inglaterra.

  1. Beatriz Berton

    Brillante exposición de los hechos y sobre todo la presentación de fuentes confiables. Importantísima información, especialmente porque el mito del cuarto aliado aún no ha sido desterrado, no sólo en Paraguay, en Argentina es aún más sostenido a nivel del ciudadano común que no accede a los círculos académicos.

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