6. Dos declaraciones que dejaron al descubierto la falsedad de los cargos.

En el claro obscuro de los hechos que se suceden durante el período de obtención de las declaraciones, una de ellas, la del canciller del consulado francés en Asunción, M. Libertat, es la prueba de que las versiones resultantes del conjunto de las mismas apuntaban a demostrar no sólo la existencia de una conspiración sino la complicidad en ella de personajes extranjeros.

El inglés George Frederick Masterman (foto) -como testigo presencial del caso- detalló en su obra sobre su estadía en el Paraguay durante la guerra respecto del canciller Libertat:

Había sido amigo íntimo de D. Benigno (López), lo que unido a su posición oficial daba aparentemente mucho valor a sus declaraciones, como medio de ocultar a los paraguayos y a los demás pueblos del mundo la extrema violencia de estos actos. Pero no lograron sacarle mucho, según creo, hasta que, por último Mr. (Porter Cornelius) Bliss (que había llegado ya a ser un gran favorito del padre Román) fue comisionado para indicarle lo que debería decir. M. Libertat, como era natural de suponerlo, se horrorizó ante la idea de mentir tan vergonzosamente, y por último le dijo enteramente desesperado: -“dígame lo que quiere que declare, y lo declararé”. Se esto por el mismo Mr. Bliss que me habló con suprema satisfacción de las miserables fábulas cuya autenticidad le hizo jurar, de las reuniones que los cospiradores habían tenido en casa de D. José Berges, de sus proyectos, de los documentos que redactaron, y de los nombres de los miembros de la comisión de que Bliss era secretario.[1].

El canciller francés fue liberado en noviembre de 1868 y entregado como reo traidor a un buque francés para devolver a su país.

Este párrafo de Masterman es la clave para entender todo el proceso de la presunta conspiración pues en lo que Bliss le confiesa se enumeran todas las más importantes supuestas pruebas que presentan los fiscales de sangre y que se le adjudican a los presuntos cabecillas de la conspiración, Benigno López, José Berges, los uruguayos De las Carreras y Rodriguez Larreta, el portugués Leite Pereira, Urdapilleta, Vasconcelos y principalmente el ministro americano Charles A. Washburn como se puede apreciar en el intercambio de correspondencia entre éste y los cancilleres paraguayos Gumercindo Benítez primero y Luis Caminos después.

Cuando salió del Paraguay, Masterman -conjuntamente con Porter C. Bliss- solicitaron al Congreso de los E.E.U.U. que realizaran una investigación sobre su prisión en el Paraguay y su supuesta implicancia en el complot para matar a Solano López. En el memorial que puso en marcha la investigación, el inglés presentó una declaración jurada que en una de sus partes dice:

El 3 de diciembre (de 1868) volvieron a llamarme y luego de una larga exhortación del padre Maíz a que siempre sostuviese las afirmaciones que había realizado en mis declaraciones, me informó que había sido juzgado digno de la muerte, pero que, si prometía nunca negar la verdad de esas declaraciones y me empeñaba en traer al Sr. Washburn a la justicia, me exiliarían del país. Yo contesté que lo que estaba escrito no podía desescribirse; y lo que había dicho no podía desdecirse; lo cual pareció satisfacerlo, porque me sacaron los grilletes.

Al anochecer me llamaron y me dijeron que vería a dos oficiales de los Estados Unidos y que debía verificare mis declaraciones en presencia de ellos. El Padre Maiz otra vez, solemnemente, me advirtió que mi vida dependía de que me ajustase al texto de las confesiones y suplicó que nunca negara la veracidad de las afirmaciones que había realizado en ellas, ya fuera allí o en cualquier otro lugar, aunque nadie sabía mejor que el propio padre que muchas de ellas eran totalmente falsas

[…] Georges S. Masterman. Jurado y transcripto ante mí, el 5 de Marzo de 1869. N. Callan, escribano público”[2](Sic).  

Otra declaración que delata una acusación inventada es la que emitió el ex juez de los tribunales de San Fernando el capitán Matías Goiburú (foto) que cae prisionero de los aliados en la batalla de Itá Ybaté el 28 de diciembre de 1868. Goiburú hace dos extensas declaraciones ante los argentinos en febrero y en marzo de 1869 y en la segunda y a la pregunta sobre si sabía de torturas y fusilamientos de mujeres por orden de Francisco Solano López, contestó sobre el caso dando los nombres de Dolores Recalde, Juliana Insfran de Martínez y María de Jesús Egusquiza y agregó:

Que el pretesto que se dio para la muerte de estas señoras y señoritas, era que que estaban complicadas en la revolución que, según López, se estaba fraguando para tranzar con los Aliados y dar en tierra con él; pero que jamás se les ha podido probar tal complicidad […] que el Vice-cónsul de Portugal Leite Pereira, cediendo a los atroces dolores que en el tormento le arrancaban, y obedeciendo a las intimaciones que directamente se le hacían, acusó a Doña Dolores Recalde de haber estado en correspondencia con los revolucionarios, sirviendo de intermediaria entre sus principales gefes, pero que viendo próxima su muerte y cediendo a los dictados de su conciencia, negó cuanto antes había declarado pidiendo público perdón a la referida señorita del mal que le había hecho y suplicando se tuviese por nulo y de ningún valor cuanto a su respecto había dicho”[3] (Sic).

Goiburú remata su declaración afirmando que una de las tres mujeres fusiladas fue precisamente Dolores Recalde. En sus “Escritos históricos” (2015), José Falcón confirma el fusilamiento de esa mujer en los momentos previos a la Batalla de Ita Ybaté:.

En dicho intervalo continuó el tirano en el sacrificio de sus víctimas, hasta el día 21 del propio mes, que en vista del movimiento del enemigo para el primer combate, mandó fusilar los últimos que por entonces le quedaban todavía, entre los cuales fueron comprendidos el Obispo Palacios, el Dean Bogado, su hermano Benigno, su cuñado el general Barrios, don José Berges, Zalduondo familiar del Obispo, el doctor (Antonio) Carreras oriental, el capitán Fidanza italiano, otro oriental (Francisco) Rodriguez, la esposa del coronel Martínez (Juliana Insfran), Mercedes o Maria de Jesus Egusquiza y Dolores Recalde, con otros más; en este horroroso asesinato estaban comprendidas también sus dos hermanas Inocencia y Rafaela que a la vez y en un mismo acto fueron notificadas de la sentencia de muerte a que estaban condenadas, pero antes de ejecutarse en éstas la tremenda sentencia, la conmutaron en destierro al partido de los Altos, en el interior.  (p. 96)   

Este sub-capítulo debería finalizar con un párrafo inserto en una carta del Padre Fidel Maiz al diplomático argentino el Dr. Estanislao Zeballos de 1889, en la que el sacerdote explica extensamente y sin cortapisas lo ocurrido en San Fernando:

Agréguese a todo esto, mi doctor, que López llamaba a uno de sus funcionarios y le ordenaba: vaya usted y haga cargos a fulano o Zutano para que confiese tal o cual cosa y si se mantiene tenaz, que se le azote hasta que confiese. Se iba el funcionario, y tras él su ayudante ejecutor del tirano para escuchar si cumplía bien aquella orden. ¿Qué hacer en tales casos?, ¿Dejarse matar?.”[4] (Sic)


[1] Masterman, Jorge Federico – Siete años de aventuras en el Paraguay, 1870 – Imp. Americana, Buenos Aires, p. 458 (la numeración correlativa corresponde al 258).

[2] EL NACIONAL, “Dificultades Paraguayas”: La Guerra de la Triple alianza vista desde el Norte,  24 de abril de 2022. https://www.elnacional.com.py/cultura/2022/04/24/dificultades-paraguayas-la-guerra-de-la-triple-alianza-vista-desde-el-norte/. Lanzamiento del libro de Cristóbal Duarte Miltos, “Dificultades Paraguayas, La investigación del Congreso estadounidense sobre los sucesos de 1868 ¿Fueron conspiradores Bliss, Masterman y Washburn?”, 2022, Tiempo de Historia, pp. 71/7” (2022)

[3] Gobierno Argentino, Papeles del Tirano del Paraguay, 1869, Imprenta “Buenos Aires”, Buenos Aires, p. 120

[4] LA GUERRA DEL PARAGUAY EN PRIMERA PERSONA, Fondo Estanislao Zeballos, Archivo Juan B. Gill Aguinaga, carpeta 122, p. 51.

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