6. La Correcta Ubicación de la Tumba de Francisco Solano López

El error cometido en la exhumación de los restos del Mariscal.

(Artículo publicado en la Revista Paraguaya de Historia – Vol. VI, N° 1 -Julio 2023 de la Academia Paraguaya de Historia)

Resumen

Se amplía la conclusión aportada por el Dr. Efrain Cardozo en una publicación de la Academia Paraguaya de la Historia sobre la no autenticidad de los restos de Francisco Solano López depositados en el Panteón Nacional (Vol. 13 – 1970) y se aborda el tratamiento del error cometido en la exhumación de los dichos supuestos restos y de la correcta ubicación de los lugares más significativos de la última batalla de la Guerra de la Triple Alianza, entre ellos el Cuartel General del mariscal López. El investigador presenta el resultado de la ubicación correcta de la tumba de López sobre planos originales del siglo 19 combinados con imágenes satelitales actuales. La investigación parte de la premisa que dice que ubicados físicamente el cuartel y tienda de López, la tumba queda perfecta e inequívocamente identificada.

Palabras clave: Cuartel General, tumba, Aquidaban Nigui, Paso Tuyá, Tapé Tuyá, distancias, Paso Tacuara.

Abstract

The conclusion contributed by Dr. Efrain Cardozo in publications of the Paraguayan Academy of History on the non-authenticity of the remains of Francisco Solano López deposited in the National Pantheon (Vol. 13 – 1970) is expanded and the treatment of the error made in the exhumation of the alleged remains and the correct location of the most significant places of the last battle of the Triple Alliance War, including the General Headquarters of Marshall López, is addressed. The researcher presents the result of the correct location of the tomb of Lopez on original plans of the 19th century combined with current satellite images. The research starts from the premise that the location of López’s barracks and tent, the tomb is perfectly and unequivocally identified.

Key words: Headquarters, tomb, Aquidaban Nigui, Paso Tuyá, Tapé Tuyá, distances, Paso Tacuara.

Por eso, bien está la urna con la tierra mártir de Cerro Cora y con el nombre del Mariscal López, bajo la cúpula del Panteón Nacional y a los pies de la Vírgen de la Asunción. (Cardozo, 1970).

            Dos son las referencias historiográficas más significativas sobre la autenticidad de los restos del mariscal Francisco Solano López desde aquel 12 de octubre de 1936 cuando por disposición del Gobierno Provisional del Coronel Rafael de la Cruz Franco Ojeda fueron traídos de Cerro Cora y depositados en una urna en el Panteón Nacional de los Héroes.

La primera de ellas la brinda el Monseñor Juan Sinforiano Bogarín en un escrito de puño y letra[2] de septiembre del mismo año donde parecería que el recordado obispo deseaba dejar en claro ante la sociedad paraguaya que aquellos restos no eran los de López pero el manuscrito no toma estado público sino hasta el año de la muerte del Monseñor, 1949, cuando es cedido a la familia del Gral. Patricio Escobar.

            La segunda la ofrece el historiador, académico, diplomático y escritor el doctor Efrain Cardozo quien en ocasión de la conmemoración del centenario de la muerte del mariscal López publica sendos artículos en La Tribuna y en el Anuario de la Academia Paraguaya de la Historia[3] en 1970. En la segunda citada, Cardozo realiza un magnífico trabajo por el que refuta incuestionablemente la autenticidad de los restos recogidos en Cerro Cora por aquella comisión exhumadora a modo de réplica a las afirmaciones del canciller paraguayo -el doctor Juan Stefanich- publicadas el 23 de septiembre de 1936 en el diario LA NACION. Stefanich, en nombre de aquel gobierno provisorio, defendía la autenticidad de los restos.

            Esta nueva investigación considera los detallados aportes que realiza el doctor Cardozo en 1970 y –agregando nuevas pruebas- concluye en lo mismo, vale decir, los restos que hoy están depositados en el panteón de los Héroes no son ni pueden ser los de Francisco Solano López toda vez que –con dichos aportes antiguos y nuevos- se demuestra fehacientemente que el cadáver del Mariscal no fue el sepultado donde hoy existe una tumba oficial.  

No obstante, esta nueva investigación pretende llegar más lejos aún ya que se encargará de demostrar que si bien el doctor Cardozo no se equivocó en afirmar que López fue enterrado en o dentro del radio del Cuartel General, no fue -sin embargo- igual de preciso en señalar el lugar físico donde dicho Cuartel General se hallaba en aquella pradera.   

Autenticidad de los restos y correcta ubicación del Cuartel General.

A las premisas señaladas –y a modo de continuación de los aportes de estas dos conocidas figuras paraguayas- le hemos agregado lo que evidentemente les falta, esto es, el estudio detallado y razonado de la geografía del lugar correcto de la tumba, algo que tanto el monseñor como el doctor Cardozo no hicieron por no contarse –para aquel momento- de las modernas herramientas digitales del siglo 21 que nos permite verificar y confirmar la información que nos brindan los materiales antiguos.

El principal material son dos planos del siglo 19, el primero es del protagonista coronel Silvestre Aveiro quien en 1886 habría brindado detalles del último campamento paraguayo de la Guerra Guasu al diplomático e historiador argentino -el doctor Estanislao Zeballos- con los que realizó un primer croquis a mano alzada donde a los lados de las dos corrientes de agua, el río Aquidabán y el arroyo Aquidabán Nigui, se ubican con letras mayúsculas los principales puntos referenciales del campamento como lo fueron el Cuartel General de López (A), el Paso Tuyá (B) sobre el rio Aquidabán, las carretas de la señora Lynch (C) y la señora López con sus hijas Rafaela e Inocencia (P) y el lugar donde López es ultimado por los brasileños (L). Lo más importante de este croquis, de cara a este trabajo de investigación, es la distancia que –medidas desde el punto A o Cuartel General se establecen en dirección a los demás puntos y expresadas a veces en varas (0,84 mts.), a veces en metros[4].

Más tarde, en 1898, la Revista del Instituto Paraguayo publicó un mapa confeccionado por el topógrafo italiano Mario Marioti[5] sobre datos del mismo coronel Silvestre Aveiro y el agrimensor Alberto Baumgart, donde se corrigen los evidentes errores de orientación de los puntos cardinales del croquis a mano alzada antes mencionado y recogiendo fielmente aquellas distancias que serán clave para la correcta ubicación de la auténtica tumba de Francisco Solano López.

El mapa referido, donde se pueden ubicar los puntos citados A, B, C, P y otros, es éste:

Consultada la altimetría del lugar con la herramienta Google, se desprende que tres cerros dibujados por Aveiro se corresponden con la misma. La distancia entre el carro y tienda de López (A) y el Paso del Aquidaban (B) es de aproximadamente 1.000 metros.

El segundo mapa es confeccionado en filas aliadas por Charles Twitz, de la Colección Thereza Cristina María (Biblioteca Nacional – Brasil), en el que figuran todas las distancias recorridas por los aliados para llegar desde Concepción a Cerro Corá. Aquí la distancia también es de 1.000 metros entre el paso mencionado (B) y el Cuartel General del campamento paraguayo o carro de López (A).

Hemos partido del relato del monseñor Juan Sinforiano Bogarín sobre su visita a Cerro Cora en 1906 junto al general Patricio Escobar y, en el mismo, el expresidente señala el lugar del Cuartel General (A) y desde allí hasta el paso del “Aquidaban-Nigui” (Sic) calculó –a simple vista-  una distancia en 800 metros. Escobar confundió el arroyo Aquidaban Nigui con el río Aquidaban Guasu ya que no existe paso sobre el primero toda vez que el único camino (Tapé Tuyá) no cruza el arroyo. La segunda referencia es la obra del coronel Juan Crisóstomo Centurión quien en su descripción del campamento paraguayo en Cerro Cora ubica la tienda de López entre 600 y 700 metros del paso del río Aquidaban y en 400 la distancia al Aquidaban Nigui donde López pescaba[6].

Reproduciéndose sobre una foto satelital Google las distancias de Aveiro (1.000 metros), Escobar (800 metros) y Centurión (700 metros) y realizada la triangulación de estas medidas con ambos cursos de agua, la ubicación del Cuartel General o tienda de Solano López y demás disposiciones del plano de Aveiro-Baumgart se reproducen en un asombroso 90% respecto de la imagen satelital. Llegados hasta aquí se puede afirmar que el campamento paraguayo y el cuartel general con la tienda de López están correctamente ubicados e identificados conforme al siguiente croquis obtenido de la manera indicada.

La correcta ubicación de la tumba de López

El relato de Escobar fue la primera pista que se usó en la investigación para determinar que López fue enterrado en el cuartel general o punto A (Aveiro-Baumgart) ya que las distancias antes mencionadas casi coinciden todas y a efectos de confirmarlo recurrimos a una correspondencia oficial del Imperio del Brasil que habla del deseo del emperador Pedro II de realizar una autopsia en el cuerpo de López y dirigida por el Ministro de Guerra del Brasil  Manuel Vieira Tosta, barón de Muritiba, al entonces ministro plenipotenciario del Imperio José Maria Da Silva Paranhos de fecha 15 de Marzo de 1870 en la que se expresa que López “foi sepultado en uma choupana (choza) próxima a sua tenda[7]. Si bien algunos autores no hacen referencia expresa a esta tienda coinciden en que el cuerpo fue objeto de una autopsia y luego entregado a sus familiares (Centurión, IV).

El general de división e historiador brasileño Augusto Tasso Fragoso se hace eco del oficio citado cuando señala: “O corpo do Marechal foi trasportado para o campamento para se lhe dar sepultura no lugar em que tivera pouco antes a sua tenda de guerra”[8]. En publicación de las anotaciones históricas del que fue Ministro de Relaciones Exteriores del Paraguay, archivista, historiador y protagonista de aquel episodio final de la guerra, José Matías Falcón de Lara, se puede leer su apreciación sobre el asunto:

“..y no teniendo más tiempo para nada, salió al galope, pero a poca distancia lo alcanzaron e hiriéndolo le intimaron rendición, la que no admitió prefiriendo que le quitasen la vida, como lo hicieron, conduciendo su cadáver casi desnudo al cuartel general donde estaba su familia y el cadáver de su hijo mayor el coronel Francisco López, y otros muchos entre los cuales se encontraba también el del Vice-Presiente don Francisco Sánchez…”! (Sic)[9]

En el Parque Nacional Cerro Cora existe actualmente un cartel que reza “Ultimo campamento y Cuartel General del Mcal. López” ubicado a sólo metros del actual monumento principal y pista de aviación pero ese lugar no es el correcto aunque se halla, según la medición Google, a la misma distancia del río Aquidaban -aproximadamente 1.000 metros- pero no coincide con el plano de Aveiro ya que éste ubica al carromato de López y Cuartel General al sur-oeste del Aquidaban Nigui y la señalética citada lo ubica al norte del mismo arroyo, un error proveniente de la misma exhumación -en 1936- de lo que se creían eran los restos de Solano López. De esta manera, el verdadero lugar del campamento paraguayo hoy no está habilitado al público visitante y su acceso está restringido. Como referencia de ubicación del campamento, y siguiendo el mapa de Aveiro, éste se halla al Oeste del camino actual de ingreso al Parque Nacional y del Aquidaban Nigui, a la altura de la casa de Administración del Parque.

Los responsables del Parque Nacional Cerro Cora no se han percatado del hecho que si el campamento paraguayo y el cuartel general están donde el cartel señala, esto es a pocos metros del actual monumento piramidal de los caídos como indica la foto y al norte del Aquidaban Nigui, se da el absurdo que supone que las tropas brasileñas debieron traspasar una primera vez el curso del río Aquidaban Guasú (en el Paso Tuyá) y una segunda vez el arroyo Aquidaban Nigui a efectos de llevar el combate a Solano López en su propio Cuartel y en ninguna referencia bibliográfica se confirma tal hecho ya que el combate final se da apenas traspasado el primer río citado. Por efecto de esta equivocada señalización historiadores paraguayos de renombre cometen el error -y siguen cometiéndolo- de señalar en producciones audiovisuales[10] la ubicación de un eventual lugar donde al coronel Francisco “Panchito” López se le intima rendición y se le da muerte y todo al norte del Aquidaban Nigui donde a tenor del mapa de Aveiro no pasó absolutamente nada. Más absurdo aún se presenta el hecho que López -evadiéndose de sus perseguidores desde su Cuartel General- se introdujo al Aquidaban Nigui por la pendiente de su orilla izquierda como hablan todos los testimonios, cuando que el campamento señalado por el cartel de la foto queda en la orilla derecha. ¿Cómo se puede dar eso?

La exhumación de los supuestos restos. El “Paso Tuyá” como elemento definitivo para entender el error.

El principal problema radicó en que la expedición buscadora de los restos de aquel año 1936 no ubicó adecuadamente el “Paso Tuyá” sobre el río Aquidaban pues para ese año el Tapé Tuyá –o camino yerbatero que pasaba por el medio del campamento paraguayo y cruzaba el río en ese paso- ya no habría estado en uso por lo que su ubicación se presentaba imprecisa. De esta suerte, si no se pudo ubicar el Tapé Tuyá menos se ubicaría el Paso Tuyá.

Podemos explicar el error que cometió aquella comisión buscadora de los restos del Mariscal encabezada por el concepcionero Romualdo Irigoyen y el entonces coronel Higinio Morínigo como comandante militar. El error se desprende del mismo artículo que publicó el entonces canciller Juan Stefanich en el diario LA NACION el 23 de Septiembre de 1936 y allí se relata la manera en que el baqueano Bonifacio Obando de 84 años -ex combatiente- guio a la mencionada comisión al lugar que le fuera confesado en la pos guerra por amigos que se presentaron como sepultureros de López en el “Paso del Aquidaban” (Sic)[11]. Obando ya había estado por el lugar en dos ocasiones anteriores -en 1880 y 1897- y observando dos cruces había dejado una marca en un árbol tomando como referencia adicional unos arrecifes o piedras en dicho río. Al llegar la comisión al sitio -el día 30 de agosto de 1936- la misma “acampó en Cerro Corá sobre la ribera del Aquidaban”(Sic) sin aclarar si lo hicieron en el “Paso Tuyá” e iniciando la búsqueda se percataron que la selva había ocupado el lugar, las cruces ya no estaban y no lográndose ubicar el árbol marcado por Obando la misma comisión -en inexplicable decisión- decidió “trasladar el campamento en la proximidad del lugar denominado “Paso Tuyá” sobre el rio Aquidaban Nigui” (Sic) lo que invalidó la búsqueda por apartarse de la descripción original de los sepultureros que habían ubicado dicho paso sobre el Aquidaban Guasú y no en el Nigui y, fundamentalmente, por cambiar el curso de agua, el que ahora es el arroyo Aquidaban Nigui.

Recién el 2 de Septiembre, y ubicados algunos arrecifes que se entiende ahora están en el Aquidaban Nigui, Obando indicó una dirección a seguir y abriéndose una picada llegaron a un lugar, a unos 80 metros del rio Aquidabán, ubicando dos fosas que identificaron como las de Solano López y su hijo Panchito lo cual es, a todas luces, un evidente error de identificación ya que la versión de Centurión de 1901 (Vol. IV), incluso la del propio Enrique Solano López[12], hijo del mariscal López, señalan claramente que ambos fueron enterrados en una fosa común, luego esas nunca pudieron ser las tumbas de los López y de allí se extrajeron los restos que hoy descansan en el Panteón de los Héroes. Más desconcertante es el hecho que la comisión exhumadora haya podido identificar la tumba de Solano López y por separado la de su hijo, cuando que no existía identificación alguna (las cruces ya no estaban) más que “dos hundimientos rectangulares del terreno” (Sic) (Franco, 33).

            Si desde el principio la comisión exhumadora hubiera recurrido a la descripción del curso de acción de las fuerzas brasileñas del general Cámara que viniendo desde Concepción -por el Oeste- pasaron por el “Paso Tacuara” sobre el arroyo del mismo nombre para ingresar a Cerro Cora, hubiera ubicado fácilmente el siguiente “Paso Tuyá” sobre el Aquidaban a sólo 5 kilómetros y desde allí se hacía todo más fácil para ubicar el Cuartel General de López y, por ende, la tumba.

De hecho, en los años 1880 y 1897, Bonifacio Ovando debió utilizar ambos pasos en su viaje por Cerro Cora, cualquiera fuese el sentido que haya tomado, de Este a Oeste o viceversa, y siempre que haya realizado dichos viajes pues un solo camino yerbatero pasaba por allí, el Tapé Tuyá. De esta manera se llega a la conclusión que aquella expedición se basó sólo en una versión personal de un veterano que no estuvo en Cerro Cora al momento del entierro del cuerpo de López y en detrimento de la propia historiografía existente al momento,

 lo que habla de una total desprolijidad por parte del Gobierno Provisional del Cnel. Rafael Franco.   

Analizando las acciones de aquella expedición exhumadora de los supuestos restos de Solano López, llama poderosamente la atención que habiéndose ubicado la tumba de los también supuestos restos del coronel Francisco “Panchito” López, éstos hayan sido abandonados en el sitio -sin más- siendo que se trataban de los segundos restos más importantes de los enterrados en Cerro Cora y que pudieron acompañar a los de su padre aunque hay que mencionar que aquel decreto N° 4.834 del 14 de septiembre de 1936 en su artículo 3° sólo hablaba de depositar en el Panteón los restos del Mariscal y de nadie más. ¿Por qué este descuido tan ruinoso?

O’Leary y la ubicación de la tumba.

El propio Juan E. O’Leary siguiendo la versión de Centurión afirmó:

“Después de aquella repugnante profanación, el cadáver fue arrastrado como el de una vil alimaña, siendo arrojado a los pies de su familia […] Sus tiernos hijos sobrevivientes tuvieron que escarbar la tierra con las manos para improvisarle una tumba […]. El coronel Francisco Lino Cabrera, que había caído prisionero, obtuvo después el permiso de ahondar aquella fosa, depositando en ella el cadáver mutilado del mariscal, junto con el de su intrépido hijo coronel de diez y ocho años y último Jefe de nuestro Estado Mayor” (Sic)[13]. Es obvio que –por lo descripto- O’Leary se refiere a un lugar donde se hallan todos los protagonistas de aquella jornada, el Cuartel General y sus adyacencias donde se hallaban los distintos carromatos de la Sra. Lynch, sus hijos, la madre de López y sus hermanas, todos del círculo familiar.

Pero el insigne reivindicador de las glorias nacionales -residiendo temporalmente en Paris en ese momento del rescate de los supuestos restos- parece haber sido ignorado y hasta dejado de lado al tiempo que el gobierno provisorio del coronel Rafael Franco decide buscar los mismos y traerlos a Asunción pues es de notoria evidencia que aquella expedición desechó cuanta versión existía sobre el lugar donde López fue enterrado, sean de autor nacional como Godoi (1895), Centurión (1904), del mismo O’Leary (1925) o extranjero quienes ya se habían expedido sobre el asunto, incluso ya se contaba con el mapa definitivo de Aveiro-Baumgart de 1898 publicado en aquella revista y es así que O’Leary escribe aquel mismo día 12 de octubre de 1936: “¡Coronamiento de mi obra! Pero es muy posible que no me hayan recordado siquiera. ¡No importa! No soy yo el triunfante, es mi ideal. Yo puedo ser olvidado, por ahora, pero eso queda […] Y nadie me sacará lo que es mío” (Sic)[14].

Efraín Cardozo, imprecisiones sobre el lugar físico de la tumba.

En 1970, el doctor Efraín Cardozo dejó en claro que no había discrepancias en cuanto a una fosa común para ambos cuerpos en el Cuartel General, trayendo de testigo al propio vizconde Taunay, cronista oficial del Ejército Imperial y al conocido mariscal José Bernardino Borman para certificar que López fue enterrado “en el lugar en que tuviera poco antes su tienda de guerra” (Sic).

Si bien Cardozo demuestra que la tumba autentica de López se halla en el Cuartel General o alrededores, sin embargo, no logra definir con precisión el lugar físico ya que se decanta por uno que no se compadece con el mapa de Aveiro, una de sus propias pruebas. En su artículo académico afirma:

Y por notable coincidencia, es precisamente en ese lugar donde se ha levantado el monumento nacional que perpetúa la gesta del 1° de marzo de 1870. Allí están bajo esas lozas, las cenizas del Mariscal López y no bajo la cúpula del Panteón de los Héroes. (Sic)[15].

                El lugar señalado, el monumento nacional o del Centenario de la Epopeya como es su título oficial, no podría ser nunca el Cuartel General de López por los absurdos indicados más arriba toda vez que dicho monumento se halla al norte del Nigui y a la derecha de su confluencia con el Aquidaban Guasu, cuando que Aveiro lo ubica al suroeste de ese arroyo y a la izquierda de la citada confluencia.

            Este error de apreciación del doctor Cardozo está motivado por la misma causa que llevó equivocadamente a Obando al lugar de la Tumba Oficial, esto es, no identificar apropiadamente en el terreno el verdadero Paso Tuyá sobre el Aquidaban Guasú y el Tapé Tuyá que lo atraviesa. De esta suerte, Cardozo entiende que dicho paso se halla efectivamente sobre el Aquidaban pero no a los 80 metros de la tumba que Obando y la comisión exhumadora identifican sino a 1.000 metros tal como Aveiro manifiesta estar ubicado en otro lugar, aguas abajo, y -para probarlo- un Cardozo convencido de la ubicación física del cuartel general que fijó en el mismo lugar del monumento nacional persiste en su error argumentando sobre los restos que niega ser de López:

Que donde fuera efectuada la excavación se hubiera encontrado huesos humanos, no tiene nada de extraño. Esa zona fue escenario de una batalla. Allí el grueso del pequeño ejército paraguayo al mando de los coroneles Juan de la Cruz Avalos y Angel Moreno defendió hasta la muerte el paso del río Aquidaban (Sic)[16].

            Así pues, el doctor Cardozo ubica este escenario del primer combate de aquella mañana del 1° de Marzo a aproximadamente 2.500 metros al Noreste de donde realmente se disputó la misma (punto B). Exhibimos croquis confeccionado sobre foto satelital que demuestra las imprecisiones del doctor Efraín Cardozo motivadas por su confusión sobre la ubicación correcta del Paso Tuyá y del Tapé Tuyá.

            El mismo error de falta de identificación oportuna en el terreno del Paso Tuyá se habría cometido al iniciarse los trabajos del Centenario de la Epopeya, años antes de 1970, cuando unidades militares del Comando de Ingeniería inician los trabajos de movimiento de tierra, construcción de una pista de aterrizaje y acceso al lugar de la tumba oficial y el campamento paraguayo en un radio de no más de un kilómetro y todo -equivocadamente- al norte del Aquidaban Nigui.

Los árboles referenciales.

Un elemento de juicio muy importante concurre al análisis y es el relativo a la descripción de unos árboles como puntos de identificación o referencia de la o las tumbas y que aparecen en los relatos tanto el publicado por el gobierno provisorio del coronel Franco el 23 de septiembre de 1936 y firmado por Juan Stefanich, Ministro de Relaciones Exteriores, como en el relato del monseñor Bogarín.

Stefanich escribe en su artículo de prensa: “Yendo ella (la picada) a terminar sobre un árbol de “curupa’y”, revisado el cual se halló a bastante altura señales de haber sufrido descascaraduras antiguas” (sic).Una foto obtenida en aquella ocasión en el lugar donde está tal kurupa’y marcado (Franco Vázquez, 2012) y que hoy sirve de referencia de las tumbas oficiales, nos aporta innegables indicios que dicen que, entre el relato público del doctor Stefanich en 1936 y lo exhibido en la foto -que aparentemente no se publicó ese año– hay sutiles y reveladoras diferencias.

En la foto en la que aparece el mencionado kurupa’y, se observan marcas en su misma base y no a bastante altura, parecen de reciente confección por la coloración clara que exhiben y no denotan el paso de los 56 años que trascurrieron desde que Obando las habría hecho.

Esas marcas ni están en lo alto del árbol ni eran antiguas, como afirmó Stefanich y –lo más importante de todo– ese kurupa’y tampoco era el del Paso Tuyá del Aquidabán que Obando marcó en 1880, por lo que la exhumación de los restos de Solano López allí practicada queda en muy serio entredicho a la vista de estos elementos de juicio. En el acta oficial de exhumación sólo se habla de “señales antiguas” pero no se hace mención a un árbol de kurupa’y alguno y tampoco se cita a Obando.

Para Patricio Escobar –en el relato de monseñor Bogarin de 1906– existieron dos ejemplares de kurupa’y a 800 metros del paso del Aquidabán, que señalaban la tumba de López y para el baqueano Obando –en 1936– fue sólo un ejemplar a 80 metros de un lugar que no es el paso del Aquidabán. Será de rigor, entonces, que estas versiones sean sometidas a severo escrutinio profesional, pero aquella foto del kurupa’y de Obando, con marcaciones de reciente confección a baja altura –en la que incluso vemos a dos macheteros blandiendo sus machetes –y en un lugar que no es el paso del Aquidabán– será siempre un insalvable obstáculo para que la actual sepultura oficial de Solano López y su hijo siga manteniéndose sin cambios.

En base a una herramienta satelital que Efraín Cardozo no contó en 1970 cuando habló de esto, el evidente error de la comisión buscadora de 1936, los planos mencionados y la misma historia, afirmamos que la actual ubicación oficial -pero incorrecta- de la sepultura de López (aprox. 22° 37’58” S/56°01’24”W) está aproximadamente a unos 2.670 metros al nor-oeste de la correcta y aun no identificada tumba (aprox. 22° 39’03” S/56°02’25 W) ubicada en aquel Cuartel General por lo que los restos del Mariscal Francisco Solano López y los de su hijo Panchito –intactos pero deteriorados por el paso del tiempo- aún siguen allí enterrados.


[1] José Luis Martínez Peláez, Investigador Independiente.

[2] Anécdota histórica de Cerro Corá – 1936.

[3] Vol. 13 – 1969-1970.

[4] Brezzo, Liliana, La Guerra del Paraguay en primera persona – Testimonios Inéditos – Fondo Estanislao Zeballos – Asunción – 2015, Editorial Tiempos de Historia – Croquis Cerro Cora – Colección particular, p. 348.

[5] Graduado de “geómetra” (topógrafo) en Innsbruck (Austria). Llega al Paraguay en 1896. Participó de la dirección de la construcción de la actual sede de la Academia Paraguaya de la Historia, el edificio “La Piedad”.

[6] Centurión, Juan C., Memorias…., Tomo IV – Asunción, 1901 – Imprenta Militar, p. 170.

[7] Rezzuti, Paulo, Pedro II A historia nao contada. O último imperador do Novo Mundo revelado por cartas e documentos inéditos –  Ed. Leya – 2019 – p. 289

[8] Tasso Fragoso, Augusto, História da Guerra entre a Tríplice Alianza e o Paraguai – 2014 – Biblioteca do Exército, Vol. V., p. 165

[9] Whigham Thomas y Scavone Yegros, Ricardo – José Falcón – Escritos Históricos – Asunción, 2016 – Servilibro – p. 105.

[10] Rubiani, Jorge – https://www.youtube.com/watch?v=ML9tSFw4k0E.

[11] Franco, Rafael Luis, Decretos y Obras del Gobierno Febrerista (1936-1937) – La Revolución Paraguaya – Asunción, 2012 – Intercontinental Editora, pp. 29 a 33.

[12] Godoi, Juansilvano – Monografías Históricas – 1895

[13] O’Leary, Juan E. – El Mariscal Solano López, Asunción, Ed. Paraguaya – 1970, p. 348.

[14] Brezzo, Liliana, Diario intimo – Juan E. O’Leary – Cuaderno II

.

[15] Cardozo, Efrain, ob. Cit. p. 44

[16] Cardozo, Efrain, ob. Cit.  P. 35

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