3. Los negocios privados de Francisco Solano López en Buenos Aires

La casa “DECOUD & CIA.”.

Habíamos visto que la Administración de los López había mantenido durante 8 años, desde 1856 hasta 1864, un esquema ruinoso de remesa de fondos a Londres para cubrir los saldos deudores de la cuenta corriente que el gobierno del Paraguay mantenía con la Casa Blyth de los ingleses John y Alfred Blyth.

Con el esquema de las letras de cambio a 90 días que eran giradas primero por el cónsul en Buenos Aires Buenaventura Decoud y luego por el agente confidencial Félix Egusquiza la República del Paraguay sufría una pérdida del 15% del valor del oro paraguayo para pagar las compras en Europa. Así el oro quedaba en Buenos Aires por 90 días hasta que era usado para cancelar dichas letras.

Los años 1856 y 1857 fueron los primeros estudiados sin perjuicio que antes de esos años se haya usado ese pernicioso método pero ello fue presentado de esa manera para demostrar un particular que está estrechamente unido con este caso de eventual corrupción o de simple desidia del gobierno de los López, toda vez que ese método de remesa de fondos fue objetado por la Casa Blyth y recomendado su urgente cambio por la remesa material del oro en reiteradas veces durante 8 años. El caso dice que el cónsul paraguayo Buenaventura Decoud fue socio comercial de Francisco Solano López en una casa de comercio denominada “Decoud y Cía”.

El negocio de los hermanos Decoud con Francisco Solano López.

Desde la colonia, el principal producto de exportación del Paraguay fue siempre la yerba mate, muy apreciada en el Río de la Plata por su excelente sabor que incluso superaba a las demás. Don Carlos A. López –después de la larga noche comercial del Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia- incrementó notoriamente su comercio con las Provincias del Sur (futura Rca. Argentina) convirtiendo el negocio en un monopolio de hecho y de derecho restringiendo su venta al exterior sólo al Estado permitiendo -de tanto en tanto- alguna iniciativa privada, pero fueron contados los casos. La yerba paraguaya era reexportada a puertos del Pacífico, aunque en su mayor parte quedaba para consumo argentino o uruguayo.

En su Estudio Preliminar, el Dr. Ricardo Scavone Yegros escribe:

De todas maneras el monopolio no era completo pues se otorgaban permisos especiales para que recolectores particulares vendiesen la yerba en el mercado interno y exterior. El lucro se producía por la diferencia entre el precio que el gobierno pagaba por la yerba y el precio en que la vendía. En 1854, los recolectores obtenían 0,15 libras por arroba y el producto se colocaba hasta por 1,60 libras por arroba en Buenos Aires. El principal beneficiario del incremento del comercio exterior era el Estado, pero igualmente lo aprovechaban quienes tenían buenas relaciones con el gobierno. Por ejemplo, en la década de 1850 el general Francisco Solano López mantuvo, con paraguayos radicados en Buenos Aires, una sociedad destinada a comercializar yerba mate en esa plaza[1].

Aquella yerba del Estado era recibida en Buenos Aires por un consignatario que realizaba la compra en Asunción en condiciones que hoy denominaríamos F.O.B. (free on board) o libre a bordo quedando a su cuenta el flete y el seguro de la mercancía y que se dedicaba a entregar el producto entre los distintos grandes distribuidores bonaerenses y recibir los pagos por el mismo. Ese consignatario –entre otros- era la firma DECOUD Y CIA. en la que Solano López (foto) era principal accionista con los hermanos Juan Buenaventura y Pedro Nolasco Decoud y su papel en dicha empresa era clave no solo por el capital personal que allí invirtió sino porque su padre –el presidente- era quien decidía quien podía exportar esa yerba a Buenos Aires. Todo vino viento en popa hasta 1856 cuando la Casa Blyth insistió en proponer a Francisco Solano López –Ministro de Guerra y Marina- el cambio de procedimiento de remesas de fondos oficiales para las compras del Gobierno en Europa. El ministro de Guerra y Marina Francisco Solano López era -a la sazón- encargado de las compras en el exterior de todos los elementos tecnológicos que el Paraguay deseaba incorporar a su incipiente infraestructura. No se ha podido establecer el motivo por el que no lo hacía el Ministro de Hacienda.

Dada la condición de Buenaventura Decoud tanto de cónsul del Paraguay en aquel puerto de Buenos Aires, la de Pedro Nolasco como cónsul del Paraguay en la ciudad de Paraná como la de socio de Solano López en la firma comercial que giraba bajo el apellido de los primeros, hizo que las cosas en Buenos Aires se mezclaran como en una gran ensalada adobada por asuntos poco claros, muy confusos y hasta sospechosos y que terminó llevando el negocio a su perdición, como pasamos a ver.

El negocio muestra fisuras.

Después de algunos años de buenos negocios, 1857 es el año en el que la sociedad de los Decoud y López empieza a mostrar fisuras y explicaremos el proceso a través de la correspondencia emitida por el propio Solano López indistintamente a los hermanos Buenaventura y Pedro Nolasco Decoud y veremos que Francisco Solano López nunca los mezcló en su trato personal y los diferenciaba ya que, al parecer, Buenaventura, si bien socio comercial en la firma y debía cumplir con sus tareas oficiales, se dejaba a Pedro Nolasco atender los asuntos privados del negocio tripartito de la yerba paraguaya. Así pues, veremos que la existencia de aquella ensalada se confirmara de la revisión de esta correspondencia.

Se han contabilizado treinta cartas de Solano López a los hermanos Decoud que versan sobre el negocio particular de la yerba en este año de 1857 contra no más de media docena de cartas a Buenaventura por asuntos oficiales del Gobierno, lo que nos dice cómo estaba siendo llevado el negocio y todas pueden ser vistas en la obra “CON LA RUBRICA DEL MARISCAL – Copiador de cartas de Francisco Solano López” – 1857 – Tomo IV de J. Livieres Argaña. Partimos de la premisa que el compilador, Livieres Argaña, no ha excluido ninguna correspondencia de las registradas en el Libro Copiador de Cartas de Francisco Solano López que dijo contar en su poder (ver prólogo de Jorge Solano López). La obra fue escrita en 1970 en el marco del Centenario de la Epopeya Nacional cuando los documentos del Archivo Nacional (colección Rio Branco) aún no habían sido devueltos al Paraguay por el Brasil..

La carta de López que inicia todo el entuerto de la disolución de la firma comercial es la del 15 de enero de 1857 (395) por la que López se queja de gastos excesivos por alquileres y otros del negocio y comenta que ha oído muchos rumores de los hermanos a los que no quiere dar crédito.

En la carta N° 405 del 26 de febrero se lee que López advierte a Buenaventura que su hermano Pedro Nolasco no ha confrontando las cuentas con Jovellanos (del Ministerio de Hacienda o Colecturía de la Nación) responsable de las cuentas del Estado. Esta carta demuestra que la yerba del Estado era comprada en Paraguay y vendida en Buenos aires por la Casa Decoud & Cía, cuyo administrador, Pedro Nolasco Decoud se rehusaba a brindar cuentas claras a la Colecturía.

Mismo día 26 de Febrero, López, en carta N° 406 y por separado, López reprende a Pedro Nolasco por la falta de regularización de cuentas claras de la Casa comercial para con Jovellanos…”porque jamás había confrontado las de los negocios a su cargo, y es muy probable que resulten perjuicios por la increíble irregularidad con que Usted se había manejado, pues que ni apuntes aparecen”(sic)[2].

Carta N° 417 del 27 de marzo a Buenaventura Decoud acusando recibo de explicaciones para la solución de las dificultades con la Colecturía General. Pedro Nolasco también envía las mismas explicaciones. Son sólo explicaciones, pero no se trataría de una rendición de cuentas.

Carta N° 430 del 25 de Abril de 1857 de Solano López a Buenaventura Decoud comunicando que no serán remitidos a Buenos aires más cargamentos de yerba mete hasta que los Decoud no hagan cuentas claras con el Sr. Ministro de Hacienda (Sic)[3]

Carta N° 445 del 26 de Mayo de 1857López a Buenaventura Decoud:”Está entregándose a Jovellanos una fuerte cantidad de yerba de manera que muy pronto quedarán terminadas las cuentas con el Estado. Mucho me alegro de la venta que ha hecho de las demás partidas porque pronto llegará la otra…” (Sic)[4].

Carta 446 del 16 de mayo de 1857 a Pedro Nolasco. López rechaza el ofrecimiento de una casa de propiedad de aquel en obsequio a López. El ministro había manifestado su interés en comprarla y Pedro Nolasco –sencillamente- quiso regalársela enviándole las escrituras.

Carta 457 del 26 de junio de 1857 a Buenaventura. López espera las rendiciones de cuentas de las últimas partidas de yerba desde el Paraguay a la firma[5].

Carta 458 del 26 de junio de 1857 a Pedro Nolasco. López le agradece el obsequio que le envió de una toilette (inodoro) de porcelana y habla de la regularización de las cuentas de Pedro Nolasco con la Colecturía por medio de un préstamo que obtiene de la misma[6]. Ver foto. Muy peculiar manera de Pedro Nolasco Decoud de agradecer a Solano López un préstamo del Estado.

Carta 472 del 25 de julio de 1856. No pasaron 30 días del obsequio del inodoro a López para que este se vuelva a quejar a Pedro Nolasco de la falta de oportuna rendición de cuentas del negocio que poseen en común…”Tampoco comprendo cómo es que la casa mantiene en plaza letras de considerable importancia, giradas a favor de usted, nada de esto se me dice, ni siquiera por atención”(sic)[7].

El escenario empieza a caerse.

Carta 477 del 8 de agosto de 1857. Sin dar muchas explicaciones, Solano López le comunica a Buenaventura Decoud que el Gobierno Nacional lo remueve de su cargo de Cónsul General paraguayo en Buenos Aires y lo invita gentilmente a venirse “cuanto antes por mil razones favorables para Usted” a Asunción ”y como su amigo le aconsejo que no pierda tiempo en hacerlo”(sic)[8].

Carta 478 del mismo 8 de agosto de 1857. Solano López pide –por separado- a Pedro Nolasco que interfiera junto a su hermano Buenaventura para sugerirle que se acerque a Asunción habida cuenta que fue “exonerado” de Cónsul y se haga cargo (Pedro Nolasco) de los negocios en Buenos Aires por unos pocos días.

Carta 486 del 26 de agosto a Buenaventura que parece que no ha viajado a Asunción como se le invitó. López acusa recibo de las cuentas que Decoud le remite pero no las puede revisar por falta de tiempo…”no me apresuro en exámenes porque nutro la confianza de que usted ha administrado perfectamente mis intereses” (sic)[9]. Llama la atención que es sólo después de ser removido de su cargo oficial que Buenaventura Decoud pasa a rendir cuentas del negocio en común y López le da un voto de confianza dejando de lado seis meses de constantes reclamos de las desprolijidades de los hermanos.

Carta 488 del mismo 26 de agosto de 1857. No obstante lo que en la carta 486 López le dice a Buenaventura, pasa a solicitarle a Pedro Nolasco que le remita el estado de cuenta que le promete. Probablemente las cuentas de Buenaventura se refieran a las remesas de dinero a Londres y las de Pedro Nolasco se refieran a los cargamentos de yerba.

Carta 499 del 25 de septiembre de 1856 a Buenaventura Decoud. López espera recibir la rendición de cuentas para efectuar la liquidación de la Casa Comercial “DECOUD Y CIA.” donde es el principal accionista. Entre la remoción de Buenaventura como cónsul y el primer indicio de la voluntad de López de disolver la sociedad comercial con los Hnos. Decoud no pasó 50 días.

Carta 508 del 17 de octubre de 1857 a Pedro Nolasco. López expresa que las cuentas del negocio no pueden estar terminadas por enfermedad de Buenaventura.

Las cosas no parecen ir bien.

Carta 517 del 25 de octubre de 1857. De López a Buenaventura Decoud. Le ordena que entregue al nuevo agente confidencial paraguayo en Buenos aires, Félix Egusquiza, 2.119 onzas de oro (3.4 millones de dólares al día de hoy) que según la rendición final de cuentas de la Casa Comercial le correspondía según la “contrata” de la sociedad que había iniciado su giro comercial en 1853 y del monto que le corresponda del cobro de los pagarés a favor de la casa y con vencimiento futuro. Se queja de no poder revisar la liquidación final y deja eso a cargo de Egusquiza para que se logre la misma “lo más breve y exactamente posible […] Tengo la confianza de que este negocio se terminara bajo el pie amigable con que ha seguido…. ”(Sic)[10].

Carta 519 del mismo 25 de octubre de 1857 de López a Pedro Nolasco. López presenta a Félix Egusquiza como agente confidencial del Paraguay y liquidador de la casa comercial donde López es accionista con los hermanos Decoud y le pide…”que se pueda remover cualquier dificultad que llegue a surgir en la liquidación y termine este negocio tan amigablemente como ha surgido (sic)[11].

Carta 530 del 21 de noviembre, Solano López a Buenaventura. López agradece que le hayan entregado a Egusquiza las 2.119 onzas de oro y que la liquidación va en camino amigable de terminación.

Sobre la hora parece que se fastidia la operación.

Carta 548 del 6 de diciembre, López a Pedro Nolasco. Manifiesta su temor al hecho que surgieron “desavenencias entre el Sr. Egusquiza y su hermano(Buenaventura)”. López insiste en una liquidación amistosa, “sin dar lugar a un escándalo como el que produciría un acto como el que se quiere presumir” (sic)[12], y que “no a consecuencia de intereses (de las partes) tengamos que entrar en desacuerdos públicos, mi intención es ésta (liquidar amigablemente) y a ella sacrificaré cualquier interés si necesario fuera, en tanto que no se toquen cosas de honor. Siempre he dado más importancia a la amistad que al dinero” (sic).

Carta del 15 de enero de 1858. López a Egusquiza celebrando la feliz y “pacífica liquidación” (Sic)  del negocio particular que mantenía con los Hermanos Decoud.

Si bien la liquidación de la sociedad pareciera tener por trasfondo algún tipo de deslealtad de los hermanos Decoud para con el accionista principal, Francisco Solano López, no debe dejar de considerarse las denuncias públicas que sobre este importante negocio de la yerba mate realizó el primo hermano político del presidente Carlos Antonio López, Manuel Peña, quien auto exiliado en Buenos Aires -después de ser dejado de lado por el presidente en importantes cargos públicos- publicó en la prensa porteña: “…no se meta el gobierno a negociante, a tener compañías bursátiles a favor suyo y de sus hijos, que las cuentas del Estado se rindan debidamente…[13] (Sic) 

El eventual traspié de los hermanos Decoud en el negocio tripartito.

En aquella ensalada que hablamos, los negocios -oficiales del Paraguay y privados de los citados López y Decoud- se mezclaron sin remedio y uno de los hechos que habría incidido en Solano López para empezar a mostrarse un tanto intolerante con los Decoud fue aquel ocurrido en junio de 1856, un año antes de removerlo a Buenaventura del consulado paraguayo en Buenos Aires.

Hablamos del caso de una remesa de oro metal de Asunción a Buenos aires por 12.500 onzas para ser enviadas a Londres en letras de cambio a 90 días en libras esterlinas[14].

Este era un procedimiento que López conocía, pero en el acuse de recibo de la Casa Blyth, los ingleses manifiestan que las libras recibidas (41.050) era el equivalente de 12.050 onzas de oro según las propias palabras de Decoud, lo que -salvo error u omisión cometidos en la investigación- supondría que éste se habría apropiado indebidamente de 450 onzas de oro lo que -evidentemente- constituiría un robo al Estado Paraguayo y aun así López no hizo nada por saber de esta diferencia durante seis meses más hasta llegar a enero de 1857 que es cuando empezamos a leer todas las cartas más arriba citadas.

Todo este asunto duró exactamente 365 días calendarios, desde el 15 de enero de 1856 al mismo día de 1857 y en este interregno podemos ver cuánto sigue:

  1. Francisco Solano López –como Ministro de Guerra y Marina e hijo del presidente del país- maneja preferentemente el negocio estatal de la yerba mate, aquel por el que muchos hablan de un ejemplo de autonomía de Estado, y lo hace como un simple y normal negocio personal y exclusivo asociado a paraguayos radicados en Buenos Aires. No hay pues atisbo alguno de un gobierno del tipo “socialismo de Estado” donde todos los paraguayos se benefician, aquí se beneficiaban -además del Estado-  el hijo del presidente y sus socios comerciales en el negocio de exportación.
  2. Los socios comerciales de Francisco Solano López terminan desvirtuando el negocio montado por éste, apropiándose de recursos del Estado, demorando rendiciones de cuenta, volviendo a usar recursos del Estado para regularizar cuentas atrasadas (préstamo a Pedro Nolasco) que hoy sería penado por el delito de lesión de confianza estipulado en el actual Código Penal.
  3. El asunto se complica cuando uno de esos socios es el propio cónsul del Paraguay en la plaza, Buenos Aires, lo cual significa una evidente falta de separación de funciones.
  4. Las quejas de López sobre la administración de la Casa Comercial que compra y recibe la yerba mate paraguaya para su comercialización en Buenos aires fueron constantes por casi siete meses y prácticamente coinciden la remoción del cónsul con el inicio de la disolución de la sociedad comercial privada.
  5. El temor de Solano López de que una eventual liquidación poco amigable, problemática y dificultosa tome estado público y de razón a los constantes ataques que sufría de la prensa porteña en especial de su tío –el “infame Manuel Peña” (Sic)– que ya había publicado sobre el uso de los López de los recursos del Estado Paraguayo en provecho propio de la familia.
  6. López no duda en perder dinero en la liquidación final con tal que la misma no llegue a conocimiento público lo que hace que todo lo ocurrido levante un serio manto de dudas sobre la corrección de aquellos negocios, empezando por el hecho que el más importante fruto del Paraguay estaba siendo manejado en su fase final de explotación por una Casa Comercial donde el hijo del presidente era accionista principal, algo que hoy es motivo de escándalo en la prensa. 
  7. La eventualidad de un Buenaventura Decoud molesto con su exoneración del cargo de Cónsul  y apartado del más grande negocio de su país en el exterior podría haber movido a Solano López a intentar por todos los medios un arreglo pacífico como el que obtuvo pues podría darse a conocimiento la metodología de remesa de fondos a Londres en letras –cuando que el oro quedaba en Buenos Aires administrado por el citado Decoud- un procedimiento que no sabemos si estaba en el real saber y entender del presidente Carlos A. López y aún si lo estaba, su divulgación solo sería la confirmación de las tantas acusaciones que recibió el corpulento presidente paraguayo de aquel infame pariente de apellido Peña que encabezaba sus publicaciones dedicadas a los López con la afamada apostilla…”mi querido sobrino” en el caso del luego Mariscal ó “Oh! Supremo de los supremos, Carlos Antonio!” (Scavone, 472)

Por todo lo expuesto concluimos que las sospechas de manejos indebidos de la cosa pública del Paraguay están más que fundadas no sólo en los documentos mostrados sino en los hechos que de ellos se deslizan.

Sinceramente no se reconoce a un Solano López tan condescendiente y extremadamente amistoso con quienes usaron a su antojo el erario público cuando que -más adelante- ante la mínima sospecha de apropiación de dineros del Estado –como fue el caso de su propio cuñado- no vaciló en meterlo en un juicio por traición a la Patria y buscar su fusilamiento.

Juzgue usted, amable lector, los documentos que presentamos y los hechos que resultan en la cronología mostrada, no puede equivocarse mucho. Dejamos una paradoja para el final. En 1970, para los fastos del Centenario de la Epopeya Nacional, en pleno gobierno nacionalista del Gral. Alfredo Stroessner, Don J. Livieres Argaña, compilador de todas las cartas de Francisco Solano López, entendió que estaba haciendo un gran trabajo para la Patria y para la memoria y figura del Mariscal, lo primero lo logró largamente y la Patria se lo agradece pero lo segundo lo echó a perder, si no fuera por esa compilación este trabajo de investigación sobre la Administración de los López –una especie de auditoria pos-morten de Solano López- no sería posible tan distendidamente fácil como fue.


[1] SCAVONE YEGROS, Ricardo, Polémicas en torno al Gobierno de Carlos Antonio López en la prensa de Buenos Aires – 1857-1858, Asunción, Editorial Tiempos de Historia, 2010, pp. 14 y 15 

[2] Id. Ib. Vol.      P.

[3] Id. Ib. Vol. IV, p. 77

[4] Id. Ib. Vol. IV – pp. 103/4.

[5] Id. Ib. Vol. IV –  p. 122

[6] Id. Ib. Vol. IV – p. 123

[7] Id. Ib. Vol. IV, p. 146

[8] Id. Ib. Vol. IV, p. 154. La remoción de Decoud guardó relación con la decisión del Presidente Carlos A. López de cerrar el Consulado General del Paraguay en Buenos Aires, disgustado por la renuencia del gobernador bonaerense, Valentin Alsina, de frenar los artículos contra el Gobierno del Paraguay (Scavone, 32)

[9] Id. Ib. Vol. IV, p. 169

[10] Id. Ib. Vol. IV, p. 216

[11] Id. Ib. Vol. IV, p. 218

[12] Id. Ib. Vol. IV, p. 266

[13] Scavone Yegros, Id. Ib. p. 38.

[14] A.N.A. Carpeta 1144 – 1-85.

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