3. Puntas del Rosario. Análisis de la carta de Saraiva a Nabuco.

La corriente historiográfica nacionalista paraguaya y el revisionismo histórico argentino han usado una y otra vez el testimonio que el ministro plenipotenciario brasileño en el Rio de la Plata José Antonio Saraiva (1823-1895) diera en una carta al historiador brasileño Joaquin Aurelio Barreto Nabuco de Araujo (1849-1910) sobre el origen de una Triple alianza acordada exclusivamente contra el Paraguay para hacerlo “desaparecer” del mapa. La carta está fechada en diciembre de 1894.

El texto de la carta.

Estas corrientes se han referido única y exclusivamente al párrafo donde queda expuesta la dicha manifestación y nosotros ahora pasaremos a revisar la carta pero lo haremos al completo de manera que se pueda estudiar dicho párrafo en el contexto en el que está escrito y no aisladamente como lo hace la falacia lopista y los revisionistas argentinos, entre ellos Leonardo Castagnino, advirtiendo que la carta a Nabuco -de fecha 1° de diciembre de 1894, un año antes de morir Saraiva- no es el producto de una iniciativa del ex diplomático brasileño sino que es la respuesta a otra carta que Nabuco le dirigiera el mes anterior (noviembre) donde el historiador le hablaba a Saraiva sobre su papel y responsabilidad en los sucesos de 1864 que desembocan en la guerra.

Saraiva escribe:

1er. Párrafo:

Mi misión en Montevideo en circunstancias ordinarias sería un error y nos daría – si fuese ejecutada como el gobierno imperial determinó- desagrados con la Rca. Argentina. Mas fue Dios quien inspiró al gobierno para hacer patente los designios de López y las alianzas ocultas que se preparaban contra el Brasil entre López, Urquiza y el partido blanco exaltado de Montevideo.

2do. párrafo:

(José Vazquez) Sagastume (ministro uruguayo y miembro “exaltado” del Partido Blanco) ataca mis instrucciones suponiendo que yo las ejecuté y queriendo así ofenderme, sin tomarse la tarea de censurar al gobierno del Brasil cuyas instrucciones puse de lado enteramente para sólo cuidar de la paz del gobierno oriental con Flores y preparar por ella (la paz) las alianzas del Brasil contra el Paraguay, como preparé, pues ESTAS ALIANZAS SE REALIZARON EL DIA EN QUE EL MINISTRO BRASILEÑO Y EL ARGENTINO CONFERENCIARON CON FLORES EN LAS PUNTAS DEL ROSARIO Y NO EL DIA EN QUE FUE FIRMADO EL TRATADO DE ALIANZA POR OCTAVIANO Y POR MI COMO MINISTRO DE EXTRANJEROS.

Las mayúsculas son nuestras y corresponde al único párrafo exhibido a los paraguayos por la falacia lopista.

3er. Párrafo:

Sagastume ya me hizo el servicio de obligarme a (dar) explicaciones que orientaran a los que no se inspiren aún (en) los viejos odios de los partidos monárquicos. Más si se me pudiere juzgar apto para hacer mis afirmaciones históricas, explicaré esa fase de mi vida de manera a no dejar duda en el ánimo de persona alguna acerca de mi criterio político y de mi patriotismo en aquella emergencia. Felizmente Mitre y los argentinos me hicieron justicia ante todos los brasileños.

Aquí tenemos el texto completo de lo que nos interesa saber de esta carta de Saraiva a Nabuco y en estos tres párrafos vemos cuanto sigue:

Primer párrafo:

Saraiva actuó en función a las demostraciones de fuerza del presidente Francisco Solano López que para el 18 de junio de 1864, fecha de la reunión de Saraiva y Elizalde en Puntas del Rosario con Flores, ya tenía unos 35.000 hombres movilizados, instruidos y armados en distintos puntos del país, insistiendo airadamente ante Mitre sobre su neutralidad en el Uruguay y con varias manifestaciones de “hacerse oir en el Río de la Plata” (Sic). López, así, es el que hace mover a Saraiva en una dirección única, la de enfrentar a la eventual alianza que se preparaba entre el Paraguay de López, el Entre Ríos de Urquiza y el Partido Blanco del Uruguay y en cualquiera de los casos es su propia iniciativa (de Saraiva) y no la del Imperio que –en dicho momento- sólo le interesaba doblegar la férrea voluntad del gobierno blanco de no dar satisfacción a la intención brasileña de proteger a sus súbditos maltratados en el Uruguay. Así queda claro que cualquier consideración hacia el Paraguay -buena o mala-estaba en la mente de Saraiva y no en la del Gabinete Imperial de Pedro II.

Segundo párrafo:

Saraiva deja de lado las instrucciones de su gobierno (ultimar a Montevideo e intervenir por la fuerza) y opta por gestionar la paz en Uruguay y todo de cara a evitar darle a Solano López el motivo que éste esperaba para intervenir en los asuntos del Plata o dicho de otra manera, usar sus 35.000 soldados e irrumpir por la fuerza en la cuestión uruguaya. Así, vemos aquí a un Saraiva que no es belicoso, es prudente y previsor.

Aunque Saraiva evita darle un motivo a López, no por ello deja de ver el peligro que supone el armamentismo paraguayo y “los designios de López” y opta por “preparar” una alianza no sólo contra el Paraguay –como afirma taxativamente- sino contra aquella alianza que también se preparaba entre nuestro país, el Entrerrios de Urquiza y el Partido Blanco que también afirma taxativamente que se estaba preparando. Los paraguayos -que tanto condenamos a Urquiza por su traición al no aliarse a la causa paraguaya en su momento- no podemos hoy negar esa eventual alianza que Saraiva vislumbró y se preocupó en gestionar una alianza contraria, ahora con los que quedaban libres en la región, el partido colorado uruguayo y los porteños.

El párrafo en mayúsculas que se leyó más arriba es el que fue utilizado por las versiones nacionalistas y revisionistas de manera específica y aislada, mutilando el texto completo de la carta de Saraiva que -por lo que vemos- nos está diciendo más cosas que el párrafo recortado y exhibido, una vieja treta de los que mienten en historia en todo el mundo para sacar de contexto lo sucedido.

Tercer párrafo:

Saraiva fue acusado por el uruguayo Vazquez Sagastume de haber iniciado la guerra del Paraguay al afirmar que

La guerra del Paraguay tuvo origen en el conflicto brasileiro-oriental (sic)

y es por ello que el brasileño contestó al uruguayo y lo hizo anteriormente en una réplica pública al ataque también público del uruguayo que pasaremos a ver más adelante.

La opinión de Nabuco sobre Saraiva.

En su obra escrita en 1905 el historiador brasileño Joaquin Nabuco, destinatario de la carta de Saraiva, manifiesta:

se puede decir que fue gracias a Saraiva que la nueva combinación de fuerzas en el Río de la Plata se hizo en torno del Imperio y no contra él.

Y en aquella carta de Nabuco a Saraiva de noviembre de 1894, el historiador le dice al ex diplomático:

No tengo ninguna duda de las intenciones pacíficas de S.E. (se refiere a Saraiva) así como, al paso de estar persuadido que ninguno de nuestros políticos o diplomáticos calculó la magnitud, la extensión y las dificultades de una guerra con el Paraguay y considero una fortuna que esa guerra se haya dado teniendo a nosotros, los argentinos y los orientales como aliados y no por enemigos, como parecía más probable. La habilidad, al servicio de nuestra diplomacia es haber tornado la triple alianza como brasileña (con Mitre y la Argentina) y no como paraguaya (con Urquiza y el Uruguay).

Las instrucciones de Saraiva.

La falacia lopista y el revisionismo argentino han presentado el caso de Saraiva en Puntas del Rosario en junio de 1864 de una manera tal que no queden dudas de la intención imperial de buscar exclusivamente una alianza con los argentinos y uruguayos contra el Paraguay para traerle una guerra sin otro tipo de consideración como bien puede ser la verdadera intención de ese Gobierno Imperial. Y esa consideración debe ser lo relativo a las instrucciones del gabinete de Pedro II a Saraiva para su misión en el Uruguay, en la que se produce la famosa reunión de Puntas del Rosario.

Hemos visto que respecto de las instrucciones que recibió, Saraiva dice que las

puse de lado enteramente para sólo cuidar de la paz del gobierno oriental con Flores y preparar por ella las alianzas del Brasil contra el Paraguay, como preparé […](Sic)

Luego el brasileño deja claro que las eventuales alianzas que prepara en el Uruguay son una iniciativa propia y no están contempladas en las instrucciones que recibió de su gobierno que versaban sobre obtener satisfacciones del Gobierno Uruguayo a sus reclamos y ya vimos más arriba que el motivo que mueven a Saraiva es el armamentismo paraguayo y la alianza en ciernes de López con Urquiza y el gobierno uruguayo.

Incluso Saraiva dudó sobre el camino a tomar. Desde Montevideo -y con fecha 28 de mayo de 1864, días antes de la reunión en Puntas del Rosario- solicitó a su canciller Joao Pedro Dias Vieira complementar sus instrucciones originales en el sentido de buscar un entendimiento con los otros países del Río de la Plata[1].

El canciller brasileño respondió el 7 de junio, once días antes de la reunión en Puntas del Rosario:

[…] De conformidad con los que Vuestra Excelencia solicita, le envío con este despacho las cartas imperiales que lo acreditaran junto a los jefes de las Repúblicas Argentinas y Paraguay entregando el Gobierno Imperial al criterio y perspicacia de V.E. el modo práctico de ejercer en el Estado Oriental la acción conjunta con ambas o con cualquiera de aquellas repúblicas(Sic)[2].

Todo dice –entonces- que Saraiva tenía instrucciones incluso para buscar un entendimiento con el Paraguay pero siempre de cara al pleito que mantenía con el Uruguay y de igual manera podía buscar lo mismo con la Argentina y para el mismo fin, pero en ninguna parte de este complemento de instrucciones se autoriza a Saraiva a buscar una alianza con la Argentina para llevarle una guerra al Paraguay, un invento de la falacia lopista que queda al descubierto por esta nota, de la misma manera que queda al descubierto –y explicado- lo que Saraiva realmente quiso decir en su carta a Nabuco.

Vale decir que para el 7 de Junio, once días antes de la reunión de Puntas del Rosario el canciller brasileño Días Vieira dice claramente que el consejero brasileño y encargado de una misión en el Rio de la Plata, José Antonio Saraiva, a quien la falacia lopista le endilga la paternidad de una alianza prematura, estaba instruido y autorizado a buscar un entendimiento con la República del Paraguay para solucionar sus diferencias con el Uruguay y ninguna instrucción recibió para entablar alianzas contra el Paraguay.

Saraiva después de la reunión de Puntas del Rosario.

Hasta aquí hemos analizado las gestiones y opiniones del Consejero Saraiva antes del 18 de junio de 1864, vale decir, antes de la reunión de Puntas del Rosario, ahora revisaremos un oficio confidencial que este diplomático brasileño envía a su cancillería con fecha 13 de agosto de 1864, esto es, después de la famosa reunión antes citada y ya cuando –perdidas las esperanzas de pacificar al Uruguay- Saraiva decide cumplir pasar a cumplir sus instrucciones originales de intervención en el Uruguay en defensa de los derechos de los súbditos del Imperio radicados en el país oriental. En el oficio se puede leer que Saraiva comunica que finalizada su misión en Uruguay se trasladó a Buenos Aires donde realizó gestiones ante el gobierno argentino. En el mismo oficio se puede leer:

No creo que el Paraguay se entrometa en un conflicto, en el que no está empeñado ninguno de sus intereses. No creo que las potencias europeas se decidan a crearle dificultades al Brasil en un negocio extraño a ellas, creando así un derecho internacional nuevo.[3]

¿Cómo podría Antonio Saraiva decir, el 13 de Agosto de 1864 y después de cumplirse casi treinta días de la reunión de Puntas del Rosario, que no creía que el Paraguay ingresaría en un conflicto mayor (por causa del Uruguay) si según la falacia lopista en esa reunión el mismo Saraiva ya había pactado la triple alianza para llevarle una guerra al Paraguay conjuntamente con la Argentina y el Uruguay?.

¿Cómo podría un consejero de la cancillería brasileña manifestar a su superior su desconocimiento sobre las intenciones paraguayas y, además, no creer en su eventual beligerancia paraguaya para luego ser presentado por la falacia lopista como el factótum de una triple alianza contra el Paraguay al mismo tiempo?

Y en el mismo oficio, Saraiva señala a su canciller Dias Vieira:

Es prudente, por lo tanto, pensar en todas las hipótesis y en las modificaciones que el movimiento inconstante de los intereses pueda operar en la sucesión natural de los actos políticos (traducido del original).[4]

¿Cómo puede el brasileño Saraiva, menos de treinta días después de Puntas del Rosario, recomendar a su superior de “pensar en todas las hipótesis” cuando que la falacia lopista ya lo da como quien articuló y pactó una triple alianza contra el Paraguay en ese mismo lugar?.

¿No es acaso que todo lo que había al tiempo de la reunión de Puntas del Rosario son hipótesis que varían caprichosamente “en la sucesión natural de los actos políticos”?

¿Cómo y en base a que se pacta una alianza contra el Paraguay con ese escenario de Junio de 1864 cuando se realiza aquella reunión de Puntas del Rosario?.

Ninguna alianza se pacta con un escenario tan poco definido en junio de 1864 cuando ni siquiera Francisco Solano López había ultimado al Brasil con su nota de protesta del 30 de Agosto de ese mismo año de 1864, ni los brasileños habían invadido el Uruguay.

Así pues, en el accionar de José Antonio Saravia de 1864 no se denota ninguna triple alianza pactada para llevarle la guerra el Paraguay, aunque en 1894, y para enfrentar el hecho que el firmante de la verdadera triple alianza del 1° de mayo de 1865 –Otaviano de Almeida- era miembro del partido opositor al suyo, afirmó en su carta a Nabuco que esa alianza la había (“preparei”) en Puntas del Rosario. El propio Saraiva se contradijo al final de su vida, no permitiría que Octaviano de Almeida le saque la gloria.

No es lo mismo las palabras de Saraiva 30 años después de la guerra -con el diario del lunes en la mano- que los documentos que emitió a su cancillería y los que recibió como vimos.


[1] SARAIVA, José Antonio – MISSAO ESPECIAL DO CONSELHEIRO JOSE ANTONIO SARAIVA AO RIO DA PRATA EM 1864 – Correspondencia y documentos oficiales, Bahia, Typographia do “Diario” 1872 – p. 27.

[2] SARAIVA, José A., obra cit. P. 39

[3] SARAIVA, José A., obra cit. P. 91

[4] Idem. Ib.

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