1. La falacia lopista y el tortuoso camino para demostrar una infame triple alianza prematura.

Demostrar que una alianza prematura estaba pactada contra el Paraguay ha sido el objetivo principal de toda la literatura nacionalista paraguaya. En el esfuerzo y de manera descuidada se han presentado más de un caso que supondría la eventual existencia de una alianza en firme y vigente hasta el día que empezó la guerra lo que conduce a un paradójico final pues si existen varios casos de alianza prematura contra la República del Paraguay, ¿cuál es la verdadera? Y dado este final que habla del desorden en las pretensiones se concluye que nunca le importó a la falacia lopista definir el caso correcto y real, sólo le importó repetir una y otra vez que la alianza estaba pactada de antemano quedando a gusto del lector elegir la alianza prematura de su preferencia o todas juntas por aquello de que lo que abunda no daña.  

La falacia es añeja, tanto como casi 150 años cuando el Gral. Francisco Isidoro Resquín escribió sus memorias en 1875 (no publicadas por Juan E. O’Leary sino hasta iniciado el siglo 20). Resquín –con visión muy personal y en una especie de cóctel de elementos históricos- afirma que una alianza secreta ya se negoció en Rio de Janeiro a fines de 1862 con el embajador argentino José Mármol. Establece luego que para llevar a cabo los planes de la Triple Alianza –se supone contra el Paraguay- Mitre, en connivencia con los brasileños, ubica a Venancio Flores en territorio uruguayo en 1863 para derrocar a su gobierno legítimo y apoyado por el oro del Imperio. De esta suerte, Resquín dice que el gobierno uruguayo pidió una alianza al gobierno paraguayo a lo que el Presidente Solano López accedió haciendo de esta manera que el Paraguay haya caído en una especie de trampa hábilmente urdida por Mitre[1].

En presencia de las hostilidades que los gobiernos argentino y brasileño abrían contra el oriental, éste recurrió a las vías diplomáticas, al ver en eminente peligro la soberanía e independencia de su territorio, y en 1864 se dirigió al gobierno paraguayo proponiéndole una alianza ofensiva y defensiva contra los avances de aquellos otros dos gobiernos. […] Don Francisco Solano López, presidente de la Rca. del Paraguay, aceptó la proposición, y el 30 de Agosto de dicho año 64 dirigió un manifiesto al gobierno del emperador del Brasil protestando contra la ocupación del territorio de la República Oriental, por fuerzas imperiales, en virtud de considerarlo contra la soberanía de aquel país y, por consiguiente, contra el Paraguay.

La del Gral. Resquin es una especie de híbrido de personajes reales con hechos ficticios ya que nada de lo que dijo tiene un respaldo documental al que se suma una inocente mentira, la de una alianza paraguayo-uruguaya que nunca existió sino sólo para el general en su fecunda imaginación. En suma, la versión de Resquín es para el ávido consumo popular de las teorías de conspiración.

No obstante lo que afirma Resquín, sus camaradas de armas Silvestre Aveiro y Juan Crisóstomo Centurión no dicen nada en sus respectivas obras y –es más- revisada la correspondencia reservada del gobierno paraguayo a sus agentes en el Río de la Plata y Europa no se ve en ellas que los miembros de dicho gobierno estuvieran convencidos de que una alianza prematura contra el Paraguay estuviera pactada formalmente aunque hay indicios que cierta sospecha de entendimiento argentino-brasileño era sostenida en particular por el presidente Solano López a quien su agente confidencial en Buenos Aires –Félix Eguzquiza- le confirmó que una alianza argentino-brasileña era inviable como veremos más adelante.

Resumiendo, una alianza prematura formal y vigente hasta el día que empezó la guerra existió sólo para la falacia, pero no para los protagonistas de la guerra.

La entrada de O’Leary en la cuestión.

La versión de la alianza prematura toma fuerza y vigor con quién empezando una obra de reivindicación nacional a principios del siglo 20, 30 años después de la guerra, terminó escribiendo una epopeya con matices inverosímiles e inventiva propios que los paraguayos tomaron como historia cuasi oficial, el escritor Juan Emiliano O’Leary.

O’Leary hace referencias algo confusas a una alianza antes de tiempo sin embargo la desliza hábilmente en el sub consciente de su lector con otro elemento de la falacia lopísta, esto es, que el Paraguay era la siguiente víctima propiciatoria de la angurria territorial de brasileños y argentinos, después del Uruguay, y lo presenta así porque O’leary no era estúpido y no se aferraría a una versión que sería fácilmente refutada por los académicos entendidos en la historia de la guerra, de hecho –y sin asumir responsabilidad directa- trascribe del historiador brasileño Joaquim Nabuco una frase sobre la alianza que veremos en seguida[2].

La alianza prematura más famosa. Puntas del Rosario.

Como O’Leary prefirió endilgarle la responsabilidad de la mención de una alianza prematura al argentino José Mármol, aquel al que Resquin lo dio como negociador de la misma alianza en Rio de Janeiro con la diferencia que ahora O’Leary lo da como informante –y no como negociador- de otra alianza afirmando sobre el encuentro del argentino Elizalde y el brasileño Saraiva en Uruguay:

La entrevista tuvo lugar en la Punta del Rosario, el 18 de Junio de 1864, fecha célebre porque en ella, según Mármol, quedó ajustada la triple alianza contra el Paraguay(Sic)[3]

y aunque no es O’Leary quien afirma lo de Puntas del Rosario, la bola de nieve comenzó a rodar y la cosa fue como el juego del “teléfono cortado” desde 1920, con la primera edición que usamos de fuente, ya que hoy nadie se acuerda de los dichos de Mármol y de una alianza que sólo está ajustada según el argentino pero todos se acuerdan de Puntas del Rosario y una alianza que ya está pactada.

Y hasta aquí ya tenemos dos alianzas prematuras, una que es doble y “negociada” por el argentino Mármol en Rio de Janeiro en 1862 y otra que es triple en Puntas del Rosario (Uruguay) “ajustada” por el argentino Elizalde, el uruguayo Venancio Flores y el brasileño José Antonio Saraiva en 1864, y habrá más alianzas para elegir.

La segunda alianza más recurrida por la falacia. El protocolo del Paraná de 1857.

Dijimos que O’Leary no se jugó personalmente por la triple alianza prematura de Puntas del Rosario y eso tiene una explicación; no hay un solo documento que demuestre un acuerdo o principio de acuerdo entre argentinos, uruguayos y brasileños en dicho lugar pero para un tercer caso de alianza prematura existe efectivamente un documento y el escritor paraguayo se lanzó de cabeza dentro de él, es el caso del Protocolo del Paraná de 1857 (aunque O’Leary  lo fecha 1858) firmado por José María da Silva Paranhos de Brasil y los Srs. Derqui y López de la Confederación Argentina, pero la actitud de O’Leary es vaga con un paso adelante y otro atrás pues al principio dice:

…este mismo Vizconde de Rio Grande (José Ma. Da silva Paranhos – 1819-1880)(foto) gestionó en 1858 un Tratado Secreto de alianza con el Gobierno de la Confederación Argentina contra el Paraguay para imponernos por la fuerza los límites territoriales que pretendían(Sic)[4]

y O’Leary pasa a detallar los aportes materiales a la alianza que a cada parte lo toca realizar.

Aquella alianza prematura para traerle una guerra al Paraguay efectivamente existió, pero no de la manera que la presentan. A modo de ejemplo trascribimos una sección de la carta que el 5 de octubre de 1857 dirige el cónsul paraguayo en Buenos Aires Buenaventura Decoud a Carlos Antonio López:

Las noticias que nos llegan del Entre Ríos al respecto de la misión Paranhos, son cada día más alarmantes y cada día muestran más a las claras los brasileros y Urquiza que están decididos a llevarnos la guerra de la manera más bastarda e inusitada. Este día me ha comunicado una persona respetable de este país que le escriben del Paraná y le dicen que la alianza brasilera con Urquiza es un hecho concluido y arreglado[…][5]

O’Leary da un paso atrás al afirmar:

Circunstancias especiales hicieron que las cosas no pasaran de esto, pero quedando subsistentes la alianza para cuando se presentara la oportunidad (Sic)[6].-

¿Cuáles son esas extrañas “circunstancias especiales” que impiden que las cosas no pasaran de lo acordado y que O’Leary no quiere detallar?. Es simple, son elementos que echan por tierra este tercer caso de alianza pues el escritor falta a la verdad cuando asigna a los aliados un solo propósito de la alianza, esto es, ir a una guerra con el Paraguay por la cuestión limítrofe cuando que dicho protocolo dice claramente que el Imperio del Brasil sólo le llevara la guerra al Paraguay por la cuestión de la libre navegación del Río Paraguay y no lo haría por los límites y que la Confederación Argentina lo hará por la razón inversa, guerrearía al Paraguay sólo por límites pues no le interesaba un río que prácticamente no le daba ganancias. 

Y también falta a la verdad cuando dice que la alianza queda subsistente para cuando se presentara la ocasión ya que un párrafo de dicho protocolo dice claramente que por efecto de la falta de un objetivo común para ambos países

resolvieron dejar pendiente el acuerdo de que se trata y someter a la aprobación de sus gobiernos las razones producidas por una y otra parte” (Sic)[7],

vale decir que lo único que los gobiernos debían aprobar eran las causas de una eventual guerra pero nunca una alianza en firme para la misma.

No se sabe, ni se ha publicado, que los respectivos gobiernos hayan aprobado este protocolo pero nada dice que si los delegados Paranhos, Derqui y López no se pusieron de acuerdo en un objetivo común para llevarle la guerra al Paraguay, tampoco lo harían sus respectivos gobiernos, de hecho Paranhos nunca afirmó que su gobierno lo había instruido para buscar esa alianza y muchos historiadores, entre ellos el inglés Pelham Horton Box, creen que el brasileño montó un tremendo “bluff” en Paraná para asustar a los López y aflojar las trabas impuestas a los buques brasileños que subían al Matto Grosso; de hecho para ser una caso tan serio como un acuerdo para ir a una guerra la usina de rumores en Entre Rios ya daba por hecha la alianza en octubre cuando que el protocolo no se firma sino hasta diciembre de ese año 1857. Y aquí viene lo que la falacia lopista no quiere contar.

O’Leary omitió intencionalmente un dato histórico importante pues el mismo no mostraba esta alianza como una pactada en firme y es el hecho que aquel Vizconde de Rio Grande o José Ma. Da Silva Paranhos a los pocos días de firmado “ad referéndum” de su gobierno aquel Protocolo del Paraná de 1857 que O’Leary exhibe como la pistola humeante del crimen aliado, terminó firmando en Asunción con Francisco Solano López, en febrero del año siguiente, un complemento del Convenio de Navegación de 1856 signado por el mismo Paranhos con el paraguayo José Berges y, esta vez con Solano López, el brasileño obtuvo la solución a todos los problemas que tenía el Imperio con la navegación del rio Paraguay que era –precisamente- el motivo por el que le traería al Paraguay una guerra y como dice el dicho, muerto el perro se acabó la rabia; el Brasil ya no tenía motivos para mantener esa alianza de 1857 con la Confederación Argentina. El “bluff” brasileño, si existió, funcionó.

Y como el asunto estaba claro porque el protocolo del Paraná de 1857 era papel mojado, O’Leary terminó desdibujando su propia versión diciendo:

Seis años después (1864) tocóle a Rio Branco renovar la misma gestión con idéntico objetivo en el fondo. Pero esta vez tenía que habérselas con Mitre que en ningún momento descuidaba asegurar las coartadas con que había de pretender confundir a la posteridad. Como era de esperarse, el presidente argentino no quiso formalizar el viejo compromiso, considerando que un Tratado contra el Paraguay era todavía prematuro(Sic)[8].

Y así el mismo O’Leary torpedeó su propia versión, ¿Por qué Paranhos renovaría en 1864 lo que -supuestamente- está vigente desde 1857? ¿Por qué Mitre no honraría un compromiso –supuestamente- vigente? El protocolo del Paraná de 1857 ni le sirvió al Brasil al inicio de la guerra en 1864 para disponer de las facilidades de paso por la Argentina que por aquel gozaba, ni le obligó a Mitre a concederlas. Este Protocolo del Paraná de 1857 murió nonato, no llegó siquiera a ser un tratado.

La propia falacia lopista se contradice.

Uno de los principales exponentes de la falacia, el argentino Atilio García Mellid, presenta pruebas palmarias que dicen que nunca existió o se concretó una alianza prematura al exhibir parte de una carta del firmante brasileño Francisco Octaviano de Almeida, el 30 de Abril de 1865 un día antes de la firma del Tratado Secreto, dirigida a Mitre:

Mañana no seré tan sólo amigo suyo por la inteligencia y el corazón; lo seré también por un contrato[9] (Sic).

Vale decir que la supuesta alianza prematura no pasa de ser un sentimiento de simpatía hasta 24 horas antes de firmarse la verdadera alianza del 1° de mayo de 1865 y los acuerdos –para que obliguen a las partes- se escriben con tinta sobre un papel y no con expresiones verbales y sentimentales en un discurso.

Otro momento en que el revisionista Garcia Mellid exhibe claramente la inexistencia de una alianza prematura es cuando se refiere a una carta del mismísimo ministro argentino en la Corte Imperial don José Pedro Crisólogo Mármol (1817-1871) (foto), aquel que afirmó que ya existía una alianza prematura en 1862, que le pide al canciller argentino copia del flamante Tratado Secreto del 1° de Mayo

por lo regular y necesario que era que la legación (argentina en Brasil) tuviese conocimiento de ese tratado, para mantener con el gobierno imperial las nuevas relaciones que del pacto se derivasen[10].

¿Por qué serían nuevas unas relaciones –en 1865- si ya existiera una alianza prematura con el Brasil en 1862?. Así es como el pez -el propio Mármol- cae por la boca.

Las versiones actuales.

Juan Emiliano O’Leary es, pues, el padre de la criatura mostrando a los paraguayos las dos alianzas prematuras contra el Paraguay más recurridas por la falacia lopista, la doble firmada en Paraná en 1857 donde no aparecen los uruguayos y la triple “ajustada” en Puntas del Rosario en 1864 cuando el eventual gobernante uruguayo aliado, el Gral. Flores, es aún un revolucionario sin acceso al poder. Y O’Leary tuvo vástagos en la actualidad y saltándonos por encima de los escribas de los gobiernos nacionalistas que no hicieron más que repetir el mismo refrito o’leariano, traeremos al análisis a los actuales sostenedores de ese mismo re fritado.

El de mayor rango es –evidentemente- el mediático arquitecto convertido en historiador Jorge Rubiani quien hizo alusión a la primera alianza, la del Gral. Resquín[11], aquello del embajador Mármol en Rio de Janeiro y además Rubiani trae el caso del consejero brasileño José Antonio Saraiva y su famosa carta a Nabuco –publicada por éste y que analizaremos más adelante- donde dice respecto de una alianza contra el Paraguay:

Dichas alianzas se realizaron el día en que el Ministro argentino (Rufino de Elizalde) y el brasileño (el mismo Saraiva) conferenciaron con Flores en las Puntas del Rosario (Uruguay – el 18 de Junio de 1864) y no el día en que Octaviano y yo como Ministros de Estados firmamos el pacto(sic)[12].

Rubiani, muy conocido por recurrir a citas de personajes extraños a los paraguayos y mostrarse reacio a revisar documentos primarios nacionales fue más lejos y más atrevido que el mismo O’Leary que no se jugó por esta alianza en Puntas del Rosario aun habiendo consultado con Nabuco. También Rubiani recurrió a sendas cartas del Gral. Venancio Flores a jefes militares correntinos donde el sedicioso uruguayo habla de una “triple alianza contra el Paraguay”  (Sic)[13] tan temprano como Abril de 1864 pero como veremos más adelante llegaremos a la conclusión que Flores, más bien, hablaba de un deseo personal pero no de una realidad fáctica. Resumiendo lo de Rubiani, sólo le faltó citar lo del Protocolo del Paraná de 1857 y tenía cartón lleno.    

Arq. Jorge Rubiani.

Otro exponente actual de la falacia lopista sobre una alianza prematura es el Dr. Julio César Frutos, escritor y político del Partido Colorado quien en su obra repite casi textualmente el asunto de la alianza pactada por el Protocolo del Paraná de 1857 como una alianza en firme y base de partida de la que finalmente le traerá al Paraguay una guerra en 1865[14] aunque los hechos históricos dicen claramente que es el Paraguay el que inicia las invasiones a sus vecinos. Lo bueno del Dr. Frutos es que -con absoluta honestidad – publica “in extenso” las cláusulas del dichoso Protocolo del Paraná 1857 por lo que un lector avezado pronto se percata que esa alianza -tal como Mitre se lo mostró a Paranhos- era papel mojado pues no obligaba a nadie, en suma, es material para quien no le pone atención a los detalles de los documentos.

Dr. Julio César Frutos.

Un caso un tanto especial parece ser el del Dr. César Cristaldo Domínguez, académico correspondiente de la Academia Paraguaya de la Historia quien aporta más datos sobre las eventuales causas de la Guerra dando una cronología en la que se observa un primer acuerdo del Parana pero del año 1856 (conocido como Tratado Abaeté) que es un Tratado de Paz, Amistad, Comercio y Navegación entre el Brasil y la Confederación Argentina donde le descubrimos al Dr. Cristaldo una pequeña digresión pues cuando presenta el hecho que en dicho tratado se contempla una guerra entre el Brasil y el Paraguay y se cita el art. 19 que facilitaría el tránsito y abastecimiento de la escuadra brasileña por territorio argentino (lo que induce a creer que esto ya es una alianza brasileño-argentina) sin embargo dicho artículo habla de una guerra entre cualesquiera de los países del Rio de la Plata o sus afluentes y no específicamente la que Cristaldo cita y así la eventual alianza prematura y específica contra el Paraguay que desea mostrar este autor no existe.

También el Dr. Cristaldo acude al caso de una eventual alianza surgida del Protocolo del Paraná de 1857 donde de nuevo se observa otra digresión pues por este protocolo no se pretende “imponer al Paraguay la libre navegación de sus ríos” (Sic)[15] como afirma el académico ya que dicha libre navegación del río Paraguay estaba convenida, pactada y ratificada con el Brasil desde el año anterior (1856) en el Tratado de Libre Navegación Berges-Paranhos. Lo que el Protocolo del Paraná de 1857 (Paranhos-Derqui-López) pretendía era que el Paraguay concediera las mismas facilidades para su río que las que ya estaban siendo concedidas por la Argentina y el Brasil para los suyos en cuestiones relativas a los peajes, baqueanías fluviales, controles, escalas obligatorias, etc. porque la navegación –como tal- ya estaba permitida.

Tampoco el Dr. Cristaldo se sustrajo a la tentación de citar a la eventual triple alianza contra el Paraguay en Puntas del Rosario el 18 de junio de 1864 aunque hay que admitir que no le concede la fuerza de un Tratado Internacional lo que convierte –por esta opinión- a esta alianza en una especie de trato informal y personal entre aquellos señores Elizalde y Saraiva pues tampoco éstos estaban instruidos por sus gobiernos para pactar tal alianza ni existió ratificación de sus actuaciones.    

Otro caso actual –en el orden que creemos debe ser- es el de Noelia Quintana Villasboa, mediática historiadora y más notoria y recurrente exponente de la defensa de Francisco Solano López en redes sociales y medios de comunicación.

Lic. Noelia Quintana Villasboa.

Quintana publicó una repetición de la misma falacia presentando una cronología de los hechos más importantes que conducen a la guerra, citando en ella el caso más famoso, esto es, la  reunión de Puntas del Rosario como prueba del delito aliado, y lo hace en estos términos:

11 – 29 de junio (1864) (el inglés) Thornton y (el argentino) Elizalde tienen una reunión con (el uruguayo Venancio) Flores, donde le informaron que el Gobierno del Uruguay estaría dispuesto a ceder a todas sus peticiones. Se dieron en ese ínterin las “reuniones de Puntas del Rosario”, donde se acordó la guerra contra el Paraguay (sic) [16] 

La autora omite que otro de los presentes en “Puntas del Rosario” fue el consejero brasileño José Antonio Saraiva (1823-1895) (foto) y no dice quienes acuerdan esa guerra, pero se entiende que son los futuros enemigos del Paraguay, esto es, Brasil (representado por Saraiva), Argentina (representada por Elizalde) y Uruguay (representado por el golpista Flores), aunque respecto de este último el revoltoso Flores aun no es una autoridad reconocida, es un simple golpista casi perdidoso.

No obstante, la misma autora se contradice a sí misma cuando a vuelta de página empieza a presentar pruebas en contrario a su afirmación de que en Puntas del Rosario “se acordó la guerra contra el Paraguay” (Sic) trascribiendo un párrafo de un corto periodístico de Buenos Aires que dice:

que era una vergüenza que la República Argentina no estuviese representada siquiera por una compañía y una bandera en la gloriosa  guerra que el Brasil y el Estado oriental iban a emprender contra la tiranía del Paraguay(Sic)[17],

Vale decir que por este comentario periodístico se llega a la conclusión que la Argentina no estaba metida en ningún acuerdo de llevar la guerra al Paraguay y por el texto se entiende que brasileños y uruguayos ya estaban aliados por su lado y exclusiva cuenta cuando tropas paraguayas tomaron Coimbra, Corumbá, Dourados, Coxim y Miranda.

Y ese párrafo de la prensa argentina dice la verdad sobre una alianza entre el Brasil y el Uruguay pero sin la Argentina y la misma autora lo corrobora cuando trascribe parte de la declaración formal que a principios de 1865 efectuó el Gral. Venancio Flores a los brasileños, ya cuando el Paraguay había invadido el Mato Groso brasileño, quien dijo:

La alianza del Uruguay y el Brasil contra Paraguay, es para mí un compromiso de honor (Sic)[18]

No vemos que en este párrafo haya salido de la boca de Flores que Argentina sea parte de esa alianza por lo que lo de “un acuerdo para llevar la guerra al Paraguay” de Puntas del Rosario con los argentinos metidos en ella -por la presencia de Elizalde- queda totalmente desmentido por uno de los mismos aliados, el uruguayo Flores.

De nuevo la autora se auto desmiente cuando transcribiendo parte del Acuerdo de Santa Lucía entre brasileños y uruguayos fechado 20 de Octubre de 1864 y ratificado el 20 de Febrero de 1865 (que confirma el acuerdo previo entre Flores y el almirante brasileño Tamandaré) escribe:

La República Oriental prestará toda la cooperación que estuviese a su alcance considerando como un empeño sagrado su alianza con Brasil en la guerra deslealmente declarada* por el gobierno paraguayo, etc. etc. (Sic)[19].

¿Por qué no participó la Argentina de este Acuerdo de Santa Lucía contra el Paraguay o en su ratificación del 20 de febrero de 1865, si el canciller argentino Elizalde estuvo en Puntas del Rosario donde acordó la misma guerra el año anterior como afirma la historiadora? Creemos que Noelia Quintana Villasboa no estuvo muy feliz en la redacción de lo que quiso trasmitirle a sus lectores.

La “doble” alianza de Emilio Urdapilleta.

Un caso muy especial es el que el autor paraguayo José Emilio Urdapilleta Romero presenta en el Estudio preliminar de su obra en la que traduce al español la del coronel Nathanael Fix – La Guerra del Paraguay 1864-1870″. Urdapilleta también trae el ejemplo del Tratado de Santa Lucía del 20 de octubre de 1864 firmado entre el almirante brasileño Tamandaré y el sedicioso uruguayo Venancio Flores en el que se fija una alianza brasileño-uruguayo para la intervención imperial en el Uruguay. Urdapilleta hace un tremendo esfuerzo por convertirla también en una alianza contra el Paraguay.

El autor trascribe partes de las manifestaciones de Tamandaré y Flores donde éste -aunque atentando contra su propio gobierno- asume compromisos a futuro para satisfacer las exigencias imperiales y tal hecho es seriamente criticado por el ministro plenipotenciario José María da Silva Paranhos.

A nivel regional, el revisionista argentino Atilio García Mellid[20] ya en 1974 se adelantó a Rubiani con el ejemplo de las declaraciones de Saraiva a Nabuco.


[1] RESQUIN, Francisco I. – LA GUERRA DEL PÁRAGUAY CONTRA LA TRIPLE ALIANZA – El lector – Asunción s.f. – pp.19 y 20

[2] O’LEARY, Juan Emiliano, EL MARISCAL SOLANO LOPEZ, 3ª. Edición, Casa América – Asunción – 1970 – p.141.

[3] O’LEARY, ob. cit. P. 138.

[4] O’LEARY, ob. cit. P. 147

[5] A.N.A. – Carpeta 1249 – 1-1

[6] O’LEARY, ob. cit. P. 148

[7] QUINTANA VILLASBOA, Noelia, LOS CRIMENES DE LA TRIPLE ALIANZA CONTRA EL PARAGUAY – Asunción – El Lector, 2022, pág. 199.

[8] O’LEARY, ob. cit. P. 148.

[9] GARCIA MELLID, Atilio, ob. cit., p. 239

[10] Mármol a Elizalde, Río, 20 de Mayo de 1865. Cfr. Mármol, carta a Elizalde, 21 diciembre de 1869, En Cartas Polémicas, pág. 323 (96)

[11] RUBIANI, Jorge, VERDADES Y MENTIRAS DE LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA – Intercontinental Editora – Asunción – 2010 – p. 44

[12] RUBIANI, ob. cit. P. 44

[13] RUBIANI, ob. cit. P. 45

[14] FRUTOS, Julio César, EL MARISCAL LOPEZ…….. Trascribe el texto completo del Protocolo del Paranba de 1857.

[15] CRISTALDO DOMINGUEZ, César, LA GUERRA CONTRA LA TRIPLE ALIANZA, El lector – Colección Guerras y Violencia política en el Paraguay – ABC COLOR – Tomo 6 – p. 22.

[16] QUINTANA VILLASBOA, Noelia, ob. cit. pág. 86

[17] Quintana V., ob. cit. P. 95

[18] Quintana V., ob. cit. P. 91

[19] Quintana V., ob. cit. P. 92

[20] GARCIA MELLID, Atilio, PROCESO A LOS FALSIFICADORES DE LA HISTORIA DEL PARAGUAY – Tomo II, Ed. Theoria – Buenos Aires – 1974 – p.236.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *