Con la colaboración del abogado y académico Rodrigo Cardozo Samaniego
Un oficio que deja expresa muestra que Francisco Solano López eligió a quien condenar y a quien no de la acusación de conspirar en su contra es el fechado en San Fernando el día 4 de abril de 1868, apenas llegado a ese campamento desde Ceibo donde ya se hallaban presente Benigno López, su hermano menor, el canciller José Berges y el tesorero general José Bedoya, en calidad de demorados en virtud de la toma de conocimiento de Solano López de las dos reunión llevada a cabo en Asunción –el 21 de febrero de 1868- horas después de la llegada de las tres naves acorazadas brasileñas a la capital que bombardearon la misma por dos horas pero sin haber causado daños de importancia.
En dichas reuniones los asistentes, el vicepresidente Sánchez, el comandante de plaza coronel Venancio López, su hermano Benigno López, el canciller José Berges y otros, debatieron sobre la manera de hacer frente a la flota imperial o de buscar una negociación con los aliados de manera honrosa en salvaguarda de sus vidas e intereses, en virtud de la creencia que el mariscal presidente se hallaba muerto o capturado por una eventual caída de la fortaleza de Humaitá.
Coronel Venancio López (1830-1870)
Habiendo sido Venancio López, comandante de armas de la plaza de Asunción, asistentes de esas reuniones y siendo que la percepción de Solano López comprendía a todos los asistentes como eventuales complicados en una conspiración, sin embargo, es tratado en el oficio más como un niño de conducta reprochable pero, a tenor del texto, exonerado de sus culpas a priori y sin pedido previo de perdón.
La carta de Solano López a su hermano menor dice:
“Después de los estados traídos por este oficial (Alférez Ramos) con fecha 20 (roto) habiendo variaciones y no has estado en ver que necesitarías en otros, y en adelante cuidarás de enviar por chasque de tierra de conocida confianza. Mucho tiempo y (roto) me has tenido sin los conocimientos de esos estados y mientras guardaba esa escrupulosidad conmigo has confiado esos estados a personas que ni siquiera son militares y que abusando de ese conocimiento han trasmitido a extranjeros el efectivo de las fuerzas de esa comandancia con el número de cañones hasta con sus calibres.
He estrañado pues un comportamiento tan ligero y punible como clasifican las ordenanzas y de cierto que hubiera hecho cargos al mayor Fernández y Comandante Gómez sino supiera que es cosa exclusivamente tuya.
Ya en ocasiones anteriores te has portado con tanta liviandad que has hecho conocer hasta las faltas de armamentos, para hablarse en el público y todo esto prescindiendo de los vergonzosos alegatos que has tenido la frescura de presentar al consejo cuando quería obligarte a cumplir mis órdenes. […]
Veo que ordinariamente estás enfermo de la cabeza y sólo así puede entenderse tanto desvarío. […]
Dios guarde a V.(ilegible),
San Fernando, Abril 4 de 1868.[1]
A.N.A. AHRP 4385-1-35
La provisión a civiles de datos de la defensa de una plaza para que a su vez estos lo entreguen a extranjeros, sin especificarse si son enemigos o no, no varía en absoluto de la eventual entrega de datos similares al Marques de Caxías como más tarde se mencionó durante los procesos, pero en este caso de Venancio no parece tener la misma gravedad con la que Solano López luego consideró este tipo de conducta en otro personajes
Así pues, el comandante de armas de Asunción Venancio López, visto por su hermano como afectado por una incipiente insanía mental y al igual que el Vicepresidente Francisco Sánchez, fue absuelto por Solano López -de antemano- de todo cargo en la conspiración aunque participaron activamente de las mismas dos reuniones a las que asistieron Benigno López y José Berges quienes –al contrario de los primeros- fueron acusados desde el mismo principio de los procesos, luego engrillados y, más tarde, pasados por los “exquisitos tormentos de la tortura” (Maiz dixit) para arrancarles sus declaraciones.
Todo parecería encajar en las distintas manifestaciones de los protagonistas de estos hechos cuando opinaban que tanto Benigno López como José Berges eran los más seguros reemplazantes de Solano López en la silla presidencial incluso el primero era –y tenía intenciones- el candidato más firme para suceder a su padre Carlos Antonio López como presidente de la República.
Solano López perdonará dos veces más a su hermano Venancio aun cuando éste, en evidente muestra de cobardía y debilidad, confesó estar implicado en la conspiración de 1868 en Lomas Valentinas y luego, al año siguiente, en Curuguaty, en el caso del intento de asesinato del presidente. Murió de inanición y de los maltratos recibidos en la Picada Chiriguelo, cerca de Cerro Corá no sabiéndose hasta hoy donde fue enterrado.
[1] A.N.A. AHRP-4385-1-35 https://riobranco.archivonacional.gov.py/uploads/r/archivo-nacional-de-asuncion/4/4/3/443747e2b91ed813764deae255b2ec0f3db4442bd2f83ea9097aae033de52ae2/PY-ANA-AHRP-4385-1-35.pdf