La trama completa de los procesos de San Fernando que incluye apresamientos, declaraciones arrancadas con la aplicación de largas sesiones de torturas por medio del cepo “uruguayana”, los latigazos, engrillamientos, cepos comunes, la exposición a la intemperie, el hambre y finalmente las ejecuciones tenía sin embargo un objetivo principal, incluso por encima del que suponía deshacerse de personajes que molestaron o incordiaron a Francisco Solano López en el pasado, como su hermano Benigno o su ex canciller Berges incluso sus ex aliados orientales De las Carreras y Rodriguez Larreta o personajes que se llegaron hasta las líneas paraguayas para ofrecer ayuda como el caso del americano James Manlowe.
Ese objetivo fue implicar –y con ello llegar a la posibilidad de encarcelar y posiblemente hasta ejecutar- al ministro americano en Asunción Charles A. Washburn (foto) a quien Solano López llegó a odiar intensamente después que el americano no pudo lograr el éxito en su intento de obtener la paz con los aliados sin comprometer su cargo presidencial (Centurión).
Es por ello que en todos los interrogatorios se intentaba sonsacar a los interrogados datos sobre el papel de Washburn como cabeza de la conspiración y es así que José Berges mismo, José V. Urdapilleta, Benigno López y otros llegaron todos a declarar que el americano era depositario de toda la correspondencia entre los conspiradores incluso era poseedor de un acta de compromiso de llevar la conspiración hasta lo último. Esas declaraciones serán analizadas más adelante. Todas esas acusaciones fueron estampadas en el extenso oficio de 40 páginas que el Encargado del Ministerio de Relaciones Exteriores Luis Caminos remitió con fecha 4 de septiembre de 1868 a Washburn, días antes de retirarse del país, el que analizaremos en el sub capítulo 12.
Es de nuevo Jorge F. Masterman quien en un extenso párrafo de su obra describe la manera en que el Gobierno del Paraguay intentó mostrar al mundo la complicidad de la máxima figura diplomática en el país, el decano de los representantes internacionales, el americano Washburn en el complot y para ello se decidió acometer con una evidente propaganda de guerra en los meses siguientes a la salida definitiva del americano del Paraguay, una que Solano López no pudo detener. Masterman escribe:
Un día en este período (llegando diciembre de 1868) me mandaron llamar los fiscales, y el padre Román me favoreció con una larga recitación, diciéndome que no debía tener la menor gratitud a Mr. Washburn por haber obtenido mi libertad en 1867 y que la amistad no debería ser motivo para impedirme decir toda la verdad acerca de él; continuó un buen rato hablando en este sentido, y me informó luego que Bliss, escribía una historia de la conspiración, y me preguntó si querría hacer lo mismo. Le dije por supuesto que sí, entonces me dijo que si la obra fuese satisfactoria salvaría tal vez mi vida; porque aunque creían la declaración que había hecho de no haber tenido parte en la conspiración, sin embargo se castigaba con la muerte el conocimiento de su existencia, y sabía que estaba condenado ¨[…] Inspirado por estas influencias comencé a escribir mi primera obra […] No dije una palabra sobre la conspiración; pero el padre Román insertó un párrafo de unos cuantos renglones significando que Washburn era gefe de los conspiradores y que Carreras me había invitado a correr la misma suerte que ellos. El conjunto formaba un folleto de cerca de doce páginas en octavo
Estando descontentos con la obra, me dijeron que había desplegado tan poco zelo que acabarían probablemente por fusilarme; no lo extrañaba porque mi trabajo era muy pálido comparado con el de Mr. Bliss […] Pretende (el panfleto de Bliss) contener una vida de Mr. Washburn a quien acusa de toda clase de canalladas desde el robo de cucharas en el colegio hasta la intención de asesinar a López mismo, sigue una relación detallada de la conspiración, los proyectos de los conspiradores y la forma de gobierno que pensaban introducir. Monr. Laurent Cochelet, poco antes cónsul francés en la Asunción, hombre alta y merecidamente respetado, figura como uno de sus agentes; y la prueba contra los demás “traidores” aparece completa en todo sentido.[1]
Un último párrafo de J. F. Masterman deja las cosas bien claras:
En la mañana del 3 de diciembre me mandaron llamar, y encontré al padre Maíz sentado a la sombra de un árbol; ordenó a los soldados que me custodiaban que se retiraran un poco y pronunció un largo discurso sobre la conveniencia de ser consecuente, añadiendo que yo debía decir siempre en todos lugares y circunstancias la misma historia que les conté y que era deber mío delatar a Washburn por conspirador en todas partes del mundo[2].
La obra a la que se refiere J. F. Masterman es la escrita por Porter Cornelius Bliss, americano al servicio de la legación de los EEUU y que habiendo sido detenido por complicidad en la supuesta conspiración y sin que pudiera abandonar el país junto a Washburn en septiembre de 1868, ofreció escribir un libro o panfleto acusatorio contra la persona que lo defendiera a ultranza, su propio ministro, con la esperanza de evitar su fusilamiento. La obra se titula “Historia Secreta de la misión del ciudadano norte-americano Charles A. Washburn, cerca del Gobierno de la Rca. del Paraguay” (foto), y conforme cuenta Juan Crisóstomo Centurión (Vol. IV) fue impreso a las apuradas en Itá Ybaté por el propio Centurión en aproximadamente 8 días a principios de diciembre de 1868. Cuando los primeros días de diciembre de 1868 Bliss es liberado y entregado como reo al Cap. Kirkland del “Wasp” para volver a su patria, un día antes que el nuevo ministro americano Mac Mahon se presentara oficialmente, Solano López entregó cuarenta ejemplares a Bliss para que los hiciera conocer en su país, los Estados Unidos. Un ejemplar de este libro, que no deja de ser un panfleto que contiene un anatema anti-Washburn excelentemente montado por Bliss para satisfacer al Gobierno del Paraguay, se halla en la Biblioteca Nacional pero sólo impreso hasta la página 216 (el resto son hojas en blanco) y otro ejemplar completo en la Biblioteca Pública de New York (T.L. Wiegham). De la lectura de su texto se desprende que Bliss utilizó todo tipo de licencias literarias, exceso de citas en latín de personajes históricos e información en clave con las que dejó en claro que lo que escribió se debía entender como un gran dislate, lo que obviamente no fue comprendido por sus captores que se conformaron con las rimbombantes acusaciones contra Washburn y sus impactantes frases.
Coincidentemente con la trunca obra de Masterman, con la disparatada de Bliss, con las publicaciones del oficio del 4 de septiembre del canciller paraguayo Luis Caminos a Washburn en la prensa bonaerense en base a las de El Semanario, a finales de 1868 aparece como publicado en Europa un panfleto anónimo, aunque cabría suponer que por citarse a personajes fusilados el 21 de diciembre (José Berges y Leite Pereira) esa publicación habría sido sólo posible en los primeros meses de 1869.” Se trata de una anatema contra el ministro americano, en idioma francés, esta vez titulado “Washburn et la conspiration paraguayenne”, 1868, Dubuisson et Cíe, Paris, (foto) probablemente escrito por uno de los tantos colaboradores franceses de la legación paraguaya en Paris, pagados por el Paraguay, donde de nuevo se presentan las mismas pruebas de las que habla Caminos en su correspondencia a Washburn, Bliss en su pintoresco panfleto y de las que Masterman dice claramente que le fueron insertas en su escueto panfleto por el padre Román. En esta obra anónima se niegan torturas y ejecuciones llevadas a cabo por el Gobierno Paraguayo durante los procesos de San Fernando. No se descarta que el autor haya podido ser el propio Alberdi toda vez que para 1868 llevaba publicadas varias obras anónimas en favor de la causa paraguaya y en arreglo con la Legación Paraguaya en Paris.
Respecto de la última obra citada y publicada en Paris en idioma francés, en Septiembre de 2023 se lanzó en el Paraguay el libro de la historiadora paraguaya Noelia Quintana Villasboa[3] donde traduce al español dicha obra anónima, pero adjudicando interesadamente su autoría al cónsul francés en Asunción, Paul Cuverville, nada diferente de lo que hace 155 años hizo Francisco Solano López, esto es, lograr que un extranjero denuncie al mundo la conspiración para que el asunto sea más creíble. Si bien Quintana Villasboa habla de la supuesta autoría del joven cónsul francés citado, en el Estudio Preliminar de su libro comete el error de describir al padre del cónsul –Luis-Paul de Cuverville de gran trayectoria política y diplomática- como el pretendido autor, lo que deja en evidencia la falsedad de la adjudicación.
En la misma línea indicada, otro extranjero -el francés Claude de la Poepe (seudónimo del publicista pro-Paraguay Charles Expilly[4])- también anatematizó a Charles Washburn en su obra “Politique du Paraguay” publicado en Paris en 1869 donde de nuevo se repiten las acusaciones a Washburn de liderar el complot y –por supuesto- también se niegan torturas y fusilamientos durante el proceso judicial seguido a los conspiradores[5].
Llamativas coincidencias no pasan desapercibidas entre esta obra de de la Poepe (Expilly) y la anónima anteriormente citada pero atribuida a Cuverville por Noelia Quintana. Ambas inician su primer capítulo con el episodio de las noticias que llegan del Paraguay en una nota metida en una botella tapada que fue encontrada aguas abajo del frente de batalla como origen de las noticias de las barbaridades cometidas en los procesos de San Fernando, pero cuando de la Poepe o Expilly ubica el caso en septiembre de 1868, el autor anónimo lo ubica en agosto. De inmediato de la Poepe habla de un nuevo grupo de noticias del mismo tenor que llega del Paraguay en sendos telegramas en el mes de octubre, el autor anónimo las hace llegar en un buque transatlántico en el mes de septiembre. Ambas obras, publicadas en Europa para el público local, demuestran el interés que existió en desmentir las noticias que surgieron después de la entrada de los aliados –con poco esfuerzo bélico- en el campamento de San Fernando los primeros días de septiembre de 1868 donde se encontraron con decenas de cadáveres sin enterrar como relató Julian N. Godoy que en su mayoría estaban degollados o bayoneteados y todo indicaría que existía una misma voluntad detrás de ambas publicaciones, negarlo todo. Un detalle que no se condice con la realidad lo da de la Poepe cuando cita a algunos fusilados notables, Benigno López, Francisco Sánchez, José Berges, el uruguayo de las Carreras como fusilados en “las orillas del Tebicuary” (San Fernando) cuando que éstos -excepto Sánchez- fueron fusilados en las Lomas Valentinas, cuatro meses después[6].
De igual manera que en “Washburn et la conspiration paraguayenne”, en “La politique du Paraguay” se defiende la causa paraguaya ante los aliados prácticamente en los mismos términos, pero de la Poepe (Expilly) va más allá comparando la conducta de López con la de otros grandes personajes que hicieron lo mismo, justificándola por medio de la extraordinariedad que le concedía la ley paraguaya de 1844. Cabe consignar que Charles Expilly, sin seudónimo, escribió varios artículos en favor de la causa paraguaya en periódicos de Paris por más de dos años[7].
Otra coincidencia se da en la negación de las torturas y en el número de ejecuciones que pasaremos a comparar:
de la Poepe (Expilly) escribe:
Pero en esta hipótesis de una expiación suprema, llevada a cabo bajo la acción de una necesidad incontestable, consideramos como una imputación falsa la afirmación de las noticias brasileras, relativas a esas ejecuciones sumarias que no habían sido precedidas de ningún juicio previo […] La invención de los fusilamientos, ejecutados por partidas de 25 hombres, queda pues a cuenta de los enemigos del Paraguay, lo mismo que el descubrimiento de los 200 cadáveres de brasileños y argentinos, amontonados en una chacra de los alrededores de Villeta o San Fernando, y que serían los de otros tantos prisioneros bárbaramente asesinados. Averiguadas las cosas, estas doscientas víctimas, entre las cuales habían mujeres y niños, era de paraguayos sorprendidos en un puesto avanzado, y pasado por las armas por orden del jefe de una columna brasileña[8].
…y, a la salida del correo, el número de las víctimas que se habían registrado alcanzaba la cifra de 500.
El autor anónimo, que Quintana Villasboa adjudica a Cuverville, escribe:
La gente sensata que sabe a que atenerse con las exageraciones brasileñas y las habladurías de sus agentes, se limitaron a decir: Mentira todo esto!. Y esperaron a que la verdad se hiciera evidente […] Pero al mismo tiempo se supo que ninguno de los conspiradores, ninguno, había sido ejecutado”[9].
Esta historia no elevó a menos de quinientos el número de conspiradores fusilados sumariamente por orden del Mariscal López y se sobreentiende que estas ejecuciones se hicieron con grandes refinamientos de crueldad y barbarie.
El francés de la Poepe (Expilly) es mucho más sutil que el autor anónimo pues se refiere a los fusilamientos que fueron denunciados por los brasileños como sumarios y sin juicio previo y admite tácitamente que podrían existir ejecuciones de conspiradores amparadas por las leyes aplicadas, pero a la hora de justificar la invención de fusilamientos, tal como hablaban los boletines aliados, hace pasar los 200 cadáveres de prisioneros que los aliados hallaron realmente en San Fernando insepultos como niños y mujeres paraguayos muertos en un supuesto hecho bélico que no está registrado en la bibliografía general de esta guerra para ese momento.
De la Poepe (Expilly) cita casos, nombres, lugares, fechas, legislación paraguaya y circunstancias en exceso detalladas lo que permite decir que tales datos no pudo obtenerlos en Francia sin el concurso de personas bien informadas y ello sólo puede ser responsable el Encargado de Negocios en Paris, Gregorio Benítez, y en ese sentido la obra del autor anónimo no escapa de lo mismo pues brinda detalles que sólo pudieron conocerse en el blindado seno de los procesos y publica un documento enteramente originado en el seno del gobierno nacional y nunca publicado (carta del cónsul francés Paul Cuverville a Gumersindo Benítez, canciller paraguayo, del 28 de junio de 1868).
Las coincidencias entre ambas obras son tales que ya no sorprende cuando vemos que en ambas se cita el caso del mapa que Benigno López –en marzo de 1867- dibuja en el suelo para ilustración de un Washburn que será quien –supuestamente- puso en conocimiento del Marques de Caxías por donde debía pasar aquellos pantanos y llegar a la Asunción, contactar con los revolucionarios y encerrar así al Ejército Paraguayo con su comandante en jefe incluido. El caso será visto en el sub-capítulo 11.
De la Poepe (Expilly), que poseía el texto de la declaración del procesado Benigno López, hermano del Mariscal, publicado por el El Semanario de Asunción, escribe:
Al decir esto, el declarante se inclinó para dibujar el movimiento (que se le propondría a Caxías) en el suelo: señaló la posición de los ejércitos, y mostró que por medio de una operación que indicaba, el interior de la república quedaría abierto; que se podría franquear el (río) Tebicuary en el departamento de Caapucú, avanzar rápidamente hasta Paraguarí, que no está lejos, y ponerse al habla con la revolución (en Asunción). Entonces serían dueños de los puntos más importantes de la república, inclusive la capital, cuyo ferrocarril se tomaría. Deseando Washburn enterarse bien del plan sacó un lápiz del bolsillo de su chaleco, y lo pasó al declarante[10]
Por su parte, el anónimo autor de “Washburn et la conspiration paraguayenne” dice:
Benigno López tomó entonces un lápiz y trazó en el papel unas líneas de dibujo que entregó al Sr. Washburn. Era el plan de una infame traición. Benigno López conocía la topografía de los alrededores de la fortaleza. Acababa de indicar a los aliados el camino que debían tomar a través de unos pantanos crudos e intransitables, para efectuar un movimiento giratorio y pasar de sur a norte de la fortaleza de Humaitá, que se encontraría así investida[11].
Estas notables coincidencia nos dicen que las versiones de de la Poepe (Expilly) y el autor anónimo al que Noelia Quintana Villasboa identifica como el cónsul Francés en Paraguay Paul de Cuberville tienen el mismo origen pues se trata del mismo suceso que -en el fondo- no es mas que la versión del Gobierno Paraguayo para justificar los hechos de los que fue objeto de acusación internacional.
Es natural que el lector europeo haya dado crédito a esta declaración de Benigno López pues nunca podría informarse que la verdadera maniobra final por la que optó el comandante en jefe aliado, Marqués de Caxías, fue una completamente distinta a la indicada en la acusación en cuanto a su dirección, nunca franqueó el Tebicuary en Caapucú, no pasó por Piribebuy y no pretendió contactar con los revolucionarios en Asunción sino que optó por un rodeo mucho menos extenso, salió de Tuyutí, cruzó el paso Canoa tomó San Solano, de paso capturó Tuyu-cué y finalmente salió en Tajý sobre el río Paraguay a menos de 15 millas por encima de Humaiá y por debajo de Pilar lo que dice que Caxías nunca se propuso hacer el itinerario dibujado por Benigno López ni llegar a Asunción por tierra sino todo lo contrario, rodea a López y Humaitá que está a muchos kilómetros de Asunción.
Finalmente, el detalle más importante es que para llevar a cabo la maniobra real, el ejército aliado no necesito transitar por los impasables pantanos que citó Benigno en Marzo de 1867 a Washburn, lo hizo sobre el antiguo camino real entre Pilar y Paso de Patria por donde llegaron a Tajy desde San Solano en una operación de envolvimiento que había sido planeada por el Gral. Mitre en 1866 antes de retirarse del teatro de operaciones y que fue iniciada por Caxías el 22 de Julio de 1867 en Tuyutí y culminó cinco meses después en Tajy[12] luego de cruentos combates donde destaca el conocido de Tatayybá y el de Potrero Obella.
¿Por qué Caxías optó finalmente por un envolvimiento más reducido, planeado por Mitre un año antes, más resistido por las tropas paraguayas, con más bajas de sus propios soldados usando un camino seco y existente y no terminar usando el mapa con el itinerario pantanoso que le sugerían Benigno López y Washburn por el que terminaría en Asunción sin complicaciones y no en Tayy?. Es obvio que Caxías no recibió ningún mapa de los revolucionarios y mucho menos se preocupó en contactar con los revolucionarios marchando por Caapucú y Paraguarí hasta Asunción.
Finalmente, deberíamos traer al análisis tres párrafos de la obra del coronel Silvestre Aveiro que nos dice claramente que un protagonista de la guerra y cercano a Solano López testimonia que el propio Washburn advertía al Mariscal que su información confidencial más celosamente guardada estaba siendo entregada por los mismos paraguayos a los aliados, cuando dice:
Cuando Washburn fue de mediador, al regresar de las líneas, traía copia de los planos de la fortificación de Humaitá, que López guardaba en gran reserva en el Ministerio de Guerra de Asunción. Significó al Mariscal, de parte del Márquez de Caxías, que no tuviera tanta confianza en sus hombres, pudiendo tomar como una prueba de la razón de la advertencia, la posesión, del aludido plano. Después López trató de inquirir por qué conducto lo habría obtenido, pero no obtuvo resultado, hallándose por ese entonces encargado del Ministerio el Mayor Fernández.[13]
En el sub-capítulo 12 veremos al ministro Washburn referirse a todas las acusaciones que el Gobierno Paraguayo, en la persona de su ministro de relaciones exteriores interino Luis Caminos, le realiza en el oficio del 4 de septiembre de 1868.
Con las contradicciones existentes en los escritos de la Poepe y el anónimo, imprecisiones en fechas, la negación de hechos luego comprobados -como el caso de las ejecuciones de San Fernando e Itá Ybaté- sumados a los escritos encargados a Bliss y Masterman, para crear una conspiración encabezada por Washburn, podemos concluir que Solano Lopez estuvo bastante activo en su intención de ocultar a la opinión pública mundial sus verdaderas intenciones en estos procesos y fundamentalmente las ejecuciones de extranjeros a los que implicó en la conspiración de manera generalizada. Por un lado, intentó silenciar al ministro Washburn y por otro pagó a publicistas en Francia o chantajeó a extranjeros en Paraguay para el mismo fin (casos Bliss y Masterman), al sólo efecto de negar lo denunciado por el americano en Buenos Aires luego de salir definitivamente del Paraguay.
El padre Fidel Maíz se lo dijo claramente al Dr. Zeballos en su carta de 1889:
He aquí, mi doctor, el comienzo de mi intervención en los procesos de aquella época, que todos eran fabricados bajo la inmediata inspiración y orden de López, siendo el obispo el primero y más fatal órgano de las imposiciones del tirano , hasta que por último cayó él también en sus garras[14]
[1] Masterman, Jorge F., Siete años de aventuras en el Paraguay, 1870, Bs. As. Imprenta Americana, p.459 (léase 259).
[2] Id. Ib., p. 462 (léase 262)
[3] Quintana Villasboa, Noelia, Washburn y la Conspiración paraguaya, 2023, Servilibro. Traducción al español de “Washburn et la conspiration paraguayenne”, 1868, Paris , Imp. Dubuisson et Cíe. Esta obra fue denunciada por publicidad engañosa en la Secretaria de Protección al consumidor y usuario el 2 de octubre de 2023.
[4] Johanson, Lucrecia, La gran maquina de publicidad, p. 154. Otros de los pseudónimos utilizados por Expilly fueron: Vicomte de Canourgues, Tisté, C. E. Du Thourat e Thourat. Edmond Antoine Poinsot, Dictionnaire des Pseudonymes (Paris: Librairie Rouquette, 1868), 66.
[5] Maiz, Fidel, Etapas de mi vida, Escuela Técnica Salesiana – 1986 – p. 193
[6] La citación a Francisco Sánchez se trata de un caso de homonimia.
[7] Brezzo, Liliana, A propósito de la Guerra contra el Paraguay…..por M.H. Mannequin, 2019, Arandurá, p.11
[8] Maiz, Fidel, ob. cit. P. 199.
[9] Quintana V., Noelia, ob., cit. pp 28 y 29
[10] De la Poeppe, Claudio, ob. cit. 208
[11] Quintana V, Noelia, ob. cit. p. 38
[12] Doratioto, Francisco, Maldita Guerra, 2010, Emece, Buenos Aires – pp 287/8
[13] MEMORIAS MILITARES, Silvestre Aveiro.
[14] LA GUERRA DEL PARAGUAY EN PRIMERA PERSONA, Fondo Estanislao Zeballos, Archivo Juan B. Gill Aguinad¿ga, carpeta 122, p. 50.